Sucribete a nuestro feed

Testigos de la Luz

domingo, 21 de febrero de 2010

Los dos caminos

"Es muy fácil crearse un Dios a la medida, que no me perturbe, que no me interpele. Que tan solo este ahí y me sirva de consuelo en los momentos difíciles". Este es muchas veces, por no decir siempre el pensamiento del hombre actual que piensa en su racionalismo cegador que puede prescindir de Dios y transformarlo en algo accesorio. Una característica más del agnosticismo funcional que marca no pocos patrones de conducta del hombre del siglo XXI,

Para ellos Dios es una especie de pastilla que solo sirve para pasar el dolor o alguna especie de energía estática que permanece inmóvil e impotente ante una realidad temporal cada vez más aceleradamente cambiante, para el ser humano de este tipo de pensamiento Dios cumple una función meramente accesoria y no determinante, cuando realmente Dios es el único Juez de lo creado ya que es Él el creador de todo lo visible y lo invisible.

No existe un camino fácil para la salvación. Dios en su Providencia, en su Plan de Amor, desde siempre ha revelado que el único camino para la salvación del hombre; para su plena realización como ser humano, es el camino que marca el Señor Jesús en la Cruz del Gólgota. La salvación del hombre entonces supone pues la plena configuración con Cristo en la Cruz, caminar con Él y aprender de Él; modelo del hombre nuevo. Sólo Él le muestra al hombre como ser realmente hombre.

No se puede elegir entre un camino fácil o difícil para seguir al Señor. Es cuestión de aceptación o rechazo, como se dice popularmente: con Cristo “no hay medias tintas”. Por eso seguir la doctrina de vida que plantea el mundo absorbido por el agnosticismo funcional es evidentemente un rechazo. Para ser como Cristo, para ser de Cristo hay un solo bando: el de los valientes, el de los que dejándolo todo por Él dan su vida para ganar la batalla.

Solo hay dos caminos, dos bandos y está explícito cual conviene coger. El mundo está constantemente en cambio y ciertamente el cambio es algo en lo que hay que tomar parte.

El cambio es historia y por ser historia es forjada por el hombre y lo forja al mismo tiempo en que repercute en sí, ahora, la pregunta que te debes formular es muy sencilla ¿En qué parte del cambio quieres estar? ¿La del rechazo y la perdición? O ¿la aceptación y la victoria? Solo tú lo puedes decidir ¿Eres espectador o protagonista?

lunes, 1 de febrero de 2010

la castidad a través de la voluntad

"Gracias Señor, pues ame con Amor puro y casto". Así decía una gran santa, Santa Catalina de Siena.
a veces es difícil entender en nuestros tiempos lo necesario que es para nuestro bien y salvación el cultivar a tiempo y a destiempo la virtud de la castidad. Los medios de comunicación de nuestro mundo globalizado beben de una corriente de pecado alimentado por la ideología consumista difundida por el mundo capitalista y ponen ante todo la necesidad de conquistar los "ídolos de nuestro tiempo": el poder, el tener y el placer.

Este ultimo en especial, se abre camino silenciosamente a través de los medios masivos que buscan alentar a la felicidad óntica del hombre con simples "aventuras de vida" temporales. cosas como el mercado, la pornografía, el morbo y demás cosas están a la puerta del alcance de mayores y menores a través de infinidad de paginas del Internet y en revistas de moda e incluso de hogar. el siglo XXI, podemos decir que es el siglo en el que la humanidad ha sufrido más cambios que en toda su existencia.

A punta de las exigencias de un mundo diariamente cambiante, el ser humano se hunde en los abismos de lo aparente que divierten y despiertan sentimiento en sus necesidades más profundas. Hemos llegado a tanto que ahora se vincula al placer carnal con la propia felicidad, Es increíble que el pecado sutilmente se abra espacio dentro de la vida del hombre de manera tan sutil, tan vilmente silencioso. Frente a este mundo que parece cada vez más perdido de su fin y de su comienzo es difícil pensar que todavía se hable de estímulos e incentivos a vivir la castidad, la cual muchas veces no la vivimos puesto que no sabemos su real significado, muchas veces pensamos que la castidad es sinónimo de celibato, lo cual no es así.

La castidad es vivir rectamente la sexualidad, es decir, vivirla con responsabilidad, según el designio del Creador. La castidad es totalmente contraria a la dimisión de lo humano que vivimos en nuestros días, vale reconocer simplemente nuestra dignidad como "hijos de Dios en el Hijo" para saber que nuestra vida esta diseñada para la grandeza del ser de Dios, poder participar de esa filiación Divina nos indica la sobriedad y responsabilidad que debemos manejar con nuestro cuerpo y el de los demás. Ser lo suficientemente responsables para seguir el designio divino y no para denigrarlo.

es muy difícil hacer una exhortación a la vida casta o al matrimonio responsable en nuestros días, ya que la juventud de hoy -principal afectada de los embates negativos de la sociedad actual- vive sumergida en un constante estado de fuga de la realidad que no le permite retornar la mirada a lo escencial, a Dios. Pero es hora de actuar, solo actuar con conformidad a los Designios Divinos podrá transformar realmente este mundo nuestro.

Sobran las razones científicas en las que se fundamenta este artículo y más aún las religiosas, puesto que ciencia y fe son plenamente conciliables; la una esta puesta para el apoyo y servicio de la otra y las dos, "son como alas que llevan al alma a la contemplación de Dios" decía el Venerable Juan Pablo II.

esta científicamente comprobado que llevar una vida casta trae innumerables beneficios para el ser humano en el campo de lo mental, lo psicológico y lo fisiológico. Así de la misma manera como nos dice el catecismo la castidad es "La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana", es "una escuela de donación de la persona"; ella "Indica al discípulo cómo seguir e imitar al que nos eligió como sus amigos, a quien se dio totalmente a nosotros y nos hace participar de su condición divina".

hay que tomar acciones concretas que nos ayuden a vivir rectamente la sexualidad en todos los estados de vida, ya que de la castidad deriva el dominio personal que da como fruto la excelencia en la relación con Dios y con el prójimo a quien con espíritu de caridad debemos amar como a nosotros mismos.