Sucribete a nuestro feed

Testigos de la Luz

domingo, 7 de noviembre de 2010

Sobre todo el amor

Sobre todo el Amor…
He escogido este título para el escrito de hoy pues me parece realmente pensado, visto y reflexionado. Con este título la casa editora Sal Terrae publica gracias a la Librería Editrice Vaticana una antología de textos del Papa Benedicto XVI en donde reflexiona que  «Dios no es un principio abstracto ni un producto de nuestro pensamiento o de nuestra orientación política. La llamada que Dios nos hace es, sobre todo, una llamada de Amor, y ser cristianos es responder a su Amor.» Si bien es cierto que este libro trata de reflexionar sobre la vida consagrada, sus experiencias y misterios hermosos, sirve de igual manera para todo cristiano que se esfuerza día a día por corresponder al Señor y ser fiel de esa manera a esa su identidad más profunda. A ese ser cristiano en todo tiempo.

Revisando unos apuntes que hice hace algunos meses encontré uno que me gusto bastante y que encuentra cabida con este texto del Papa que nos habla hoy de nuestra identidad, de nuestra mismidad.  El ser humano vive en tensión, una tensión de doble tendencia. Por un lado están las tendencias interiores que buscan la plenitud de la verdad, el bien y la belleza; luego están las tendencias más exteriores generadas en la persona por culpa de la concupiscencia que buscan el poder, el placer y el tener.
Esto lo podemos ver cuando San Pablo nos comenta «Hago el mal que no quiero y dejo de hacer el Bien que si quiero» es pues un extraño desvarío que el hombre tiene en sí mismo desde el instante del pecado original de nuestros primeros padres.

La persona por el pecado está roto por dentro, dividido en sí mismo no encuentra –o se le hace difícil encaminarse- un rumbo por el cual dirigirse a su plenitud más grande, hacia su felicidad. Solo el Amor puede volver a unirlo, porque es la única fuerza en la existencia que puede contener en sí misma la alegría y el dolor, el gozo y la tristeza; en fin porque es lo único que no se agota, sino más bien se despliega y se desarrolla en ambos. En una corrige y purifica y en la otra se da y se perfecciona.

El amor lo sabe todo, lo arregla todo y todo lo puede. En la experiencia de la vida humana tan solo los recuerdos de una experiencia de amar es lo que al final nos queda. Todo lo demás pasa, pero haber amado realmente alguna vez nunca se olvida. Al fin y al cabo es la esencia de la existencia misma, pues la perfección de la creación no tiene explicación fuera del amor. Por tal motivo solo el amor es capaz de curar esa dualidad interior del hombre, ese desvarío, esa contrariedad.

Nos dice el Papa ««Nosotros hemos creído en el Amor» [1 Juan 4,16]. Esto es lo que define a los cristianos, lo que constituye el núcleo más íntimo de la experiencia cristiana. Y merece ponerlo de relieve precisamente hoy, en un momento en que el cristianismo aparece a los ojos de muchos como pura doctrina moral o una mera visión del mundo entre otras muchas opciones.»

Por esto es importante retomar el pensamiento del cristiano sobre lo que es la esencia de la vida y también de la Fe. Pues cambia la vida cuando se vive en función del verdadero Amor. Muchas veces el cristiano de hoy  -que se ve atacado exhaustivamente por los embates de un mundo que se aleja cada vez más de Dios y del amor, donde la solidaridad se llama ahora responsabilidad social y las vocaciones un “trabajo sin fines de lucro”-  se olvida del amor que lo constituye y poco a poco va flaqueando su fe, es entonces donde debemos retornar la mirada a lo esencial, a lo primordial para seguir caminando, seguir luchando con la frente en alto por ganar este mundo para Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario