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Testigos de la Luz

lunes, 8 de agosto de 2011

¿Para mí que es la Eucaristía?



El domingo que paso tuve una experiencia increíble, asistí a una misa que particularmente captó mi atención. No tanto por cómo estaba oficiada, sino en sí misma. Eso para mí ya es algo sorprendente. Muchas veces nos gusta una misa por como la vivimos en ese momento; por las palabras del sacerdote, por las moniciones, las lecturas, la reverencia de los acólitos, en fin; por infinitud de cosas que de repente si no salen bien decimos a veces: “hoy no me gusto la misa” –como si todo en la misa dependiese de esos factores para ser el «acontecimiento central de la obra redentora de Jesucristo a través de la Iglesia»-.

Yo, particularmente que no suelo fijarme tanto en los detalles quede sorprendido; como capturado por una cuestión en particular… la consagración y la eucaristía. Fue algo diferente, uno normalmente suele estar conectado en la misa y en especial con este momento, pero esta vez yo me sentí como absorbido, atrapado en aquel momento. Mi mente se nublo de todo como si nada más existiera solo era yo y ese momento en el que el sacerdote levantando la Hostia decía “tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros”. Pero no era solo eso, si así lo fuera sería una frase aislada; como sin sentido.
El Padre no solo hace algún rito sin sentido, sus palabras estaban llenas de un contexto, histórico, algo real que en ese preciso momento se estaba actualizando para mí como si se me diese la oportunidad de transportarme 2000 años atrás a aquel cuarto pequeño y de luz tenue donde se dio la Última Cena de Jesús con sus apóstoles… relato que vemos por ejemplo en la primera carta de San Pablo a los corintios cuando dice: «Yo he recibido una tradición, que procede del Señor, y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: –Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: –Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía. Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva». (1 Cor 11, 23).

¿Un Sacerdote 2000 años más tarde tiene la capacidad de hacerme volver en el tiempo hasta ese momento?, más bien se sintió como que ese momento vino a mí antes que yo a Él, en las palabras “Este es mi cuerpo; esta es mi sangre” pude sentir como era Dios quien salía a mi encuentro, como era Él quien verdaderamente tenía «ansías de pasar conmigo», como era Él quien preparaba un banquete para que yo este con él, para que lo acompañe.

Entonces todo cambia, la eucaristía se vuelve otra cosa, ya no es las palabras que pronuncia el sacerdote, ya no es el momento particular de la misa, ya no es el momento de participación directa entre Cristo y la Iglesia, ya no es solo pararme a comulgar, ya no es solo celebrar su victoria gloriosa sobre la muerte. Ahora Es mi momento con Cristo, mi momento de encuentro personal con Él, de dialogo, de compartir profundo, fraterno y real; ahora es el acontecimiento más grande de mi vida en donde Cristo verdaderamente comparte conmigo un momento que traspasa el tiempo y el espacio y que en la medida en que yo quiera puede durar entonces solamente o para siempre. Ahora Cristo en la eucaristía es todo. ¡TODO!

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