Sucribete a nuestro feed

Testigos de la Luz

domingo, 17 de enero de 2010

del dolor al Amor






Para poder entender a pinceladas una concepción un poco general del inmenso significado del sacrificio redentor de Nuestro Señor Jesús en la cruz, se hace evidente a la vista la necesidad de entender significados fundamentales para la vida del cristiano y de todos los hombres por igual.

Lo primero que viene a la mente al pensar en el Sacrificio de la cruz es la Vida. La cruz es Vida porque es parte de Jesucristo; es la muestra de su Amor admirable puesto que la Vida es un regalo de Amor, aquella donación constante de una vida para el bien de muchos. Una donación que no es estática, no se queda en el pasado de lo que fue y sucedió, sino más bien esta trasciende el tiempo y se renueva todos los días suscitando nuevos esfuerzos y oportunidades para ser plenamente aprovechada y vivida. La Cruz es fuente de Vida, porque es fuente de Amor.

En la cruz de Cristo yace el horizonte de todo hombre, de todo pueblo, de toda nación. La cruz es el pilar que forja el destino correcto de una humanidad renovada, liberada de las cadenas del pecado. La cruz es algo conocido, no es algo extraño para el ser humano pues es en ella en donde está el fundamento de su existencia. Por eso no hay que quitar la mirada de la cruz pues detrás de ese dolor, de ese sufrimiento está totalmente visible la muestra del infinito Amor.

Por eso el sufrimiento no es una excusa para no caminar, para no mirar. El sufrimiento entendido al pie de la cruz, trae esperanza y regocijo para quien lo acoge en su corazón buscando imitar aún en el dolor al Señor Jesús, el dolor es el anticipo del Amor, ya que el Amor es tan perfecto que no se puede gozar en plenitud sino hay dolor, puesto que Cristo sufrió por Amor, así nosotros nos asemejamos al Señor cuando sufrimos algún dolor.

El sufrimiento de Cristo es fuente de unidad de todos los hombres de la tierra, no importa raza ni creencia. Lo vemos claro en el sufrimiento de nuestros hermanos de Haití, quienes víctimas inocentes de un terremoto, sufren el dolor de ver a sus seres queridos morir atrapados bajos los escombros. Quienes lo han perdido todo, no tienen nada más que la esperanza que Cristo brinda a sus corazones y con eso son de igual manera pueblo nuevo que camina con renovado horizonte bajo un marco de unidad y solidaridad, con la alegre esperanza de la compañía Divina.

Este acontecimiento es un llamamiento a la unidad, un llamado a la solidaridad mundial de uno de nuestros hermanos que ha sido abajado por circunstancias nada gratas para aquel pueblo que pobre avanza al encuentro del Salvador. Por eso nunca hay que dejar de ver a la Cruz, pues fijos los ojos en Jesús, extendiendo la mano solidaria a quienes más lo necesitan, dando testimonio del Amor que sobreviene todo dolor y sufrimiento, seremos capaces de cada día estar más cerca de la corona de Gloria que con la Gracia de Dios y la Guía de María su Madre y Madre nuestra aspiramos alcanzar.