Sucribete a nuestro feed

Testigos de la Luz

jueves, 23 de septiembre de 2010

¿Conoces a Benedicto XVI?

A veces escucho de varias personas comentarios que podrían resultar de alguna manera hirientes y desencarnados hacia quien es el Papa Benedicto XVI. muchos piensan: "si fuera como Juan Pablo II", "si tuviera ese carisma cercano de otros Papas", "es muy viejo", "es radical". entre otras.
Esto tan solo demuestra cuan poco conocemos del Santo Padre; ciertamente no es Juan Pablo II, pero sin duda los signos de los tiempos nos indican que este Papa actual es, sin duda alguna, el Vicario que el Señor ha dispuesto para este preciso momento en la historia de nuestras vidas y del mundo. Tal vez en vez de pensar en sus supuestos "defectos" podríamos preguntarnos: como católicos ¿Qué me impide acercarme a este Siervo del Señor?¿Porqué no he puesto todo de mí para conocerle y saberle cercano? ¿Porque no le he buscado? ¿Qúe paradigma , que engaño esta embotando mi mirada?
Sin dudarlo puedo decir que el Santo Padre Benedicto XVI es el Papa de nuestros tiempos, un hombre de Dios, cercano, alegre, firme, veraz, un hombre que transmite alegría y mucha paz. basta echar una mirada profunda y reverente a cuanto hasta ahora ha hecho para conocerle y amarle y es por esto que he subido este video que encontre en internet sobre el Papa. 
Como católicos debemos conocerle siempre más y quererle cada día mucho más, rezar por él y por su ministerio, para que desde la cátedra de Pedro pueda guiar con la ayuda del Señor a su rebaño.

martes, 21 de septiembre de 2010

Apóstoles de nuestro tiempo

Hace poco, navengado por internet encontre un texto muy hermoso del Venerable Papa Juan Pablo II, donde va poco a poco explicando a través de un lenguaje cercano y sencillo lo que podríamos definir como el concepto de "Apóstoles de nuestro tiempo". y me llama singularmente la atención, debido a que muchas veces pensamos como jóvenes que dedicar la vida por la causa del Evangelio es algo aburrido, opresivo y esquematizante, entre otros argumentos que he ido escuchando. Como si ser apóstoles de Cristo hoy, fuera necesariamente o ponerse la sotana y rezar todo el día o vivir en un claustro espriritual, pero no es así y el Santo Padre lo defiende muy bien. ¡Hoy necesitamos jóvenes que se la juegen por Cristo, que esten dispuestos a darlo todo por el en medio del mundo. no afuera en la soledad! el mundo también busca la felicidad y necesitamos de gente joven y dispuesta a llevar con alegría el mensaje de felicidad plena que Cristo nos propone con la Iglesia.  Se los dejo para relfexionar....

"
Necesitamos Santos...
Necesitamos santos sin velo, sin máscara.
Necesitamos Santos de pantalones jeans y championes.
Necesitamos Santos que van al cine, escuchen música y pasean con los amigos.
Necesitamos Santos que coloquen Dios en primer lugar, pero que sobresalgan en la universidad.
Necesitamos Santos que buscan tiempo cada día para rezar y que sepan enamorar en la pureza y castidad, o que consagren su castidad.
Necesitamos Santos modernos, Santos del siglo XXI con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo. Necesitamos Santos comprometidos con los pobres y los necesarios cambios sociales.
Necesitamos Santos que vivan en el mundo, se santifiquen en el mundo y que no tengan miedo de vivir en el mundo.
Necesitamos Santos que tomen Coca-cola y coman panchos, que usen jeans, que sean internautas, que escuchen discman Necesitamos Santos que amen la Eucaristía y que no tengan vergüenza de tomar un refrigerio o comer pizza el fin-de-semana con los amigos.
Necesitamos Santos que les guste el cine, el teatro, la música, la danza, el deporte.
Necesitamos Santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros.
Necesitamos Santos que estén en el mundo; y sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero que no sean mundanos.
"
S.S. Juan Pablo II

miércoles, 15 de septiembre de 2010

¡Mi vida, pues, un disparo a la eternidad!


A veces me pongo a pensar en cuantas veces a uno se le olvida en su identidad, su trascendencia. Muchas veces pensamos que todo se queda acá, que todo depende de como me valla aquí en lo que hago y en lo que dejo de hacer. Si pensar en que la muerte es el momento en que todo se va a acabar, que infelicidad nos daría acercarnos a la vejez. Pero si pensamos en la "hermana muerte" -como varios autores la llaman- como aquella que nos conducirá a esa existencia infinita, a ese encuentro con Dios cara a cara, la cosa cambia y ahora todo es espera y esperanza. ya no es un acontecimiento negativo, más bien es la alegría del encuentro definitivo.
Navegando en Internet encontré una reflexión del Santo Padre Hurtado sobre la eternidad. sobre como toda mi vida es siempre con Cristo un disparo a la eternidad. se las dejo....

"La naturaleza de Dios: Santo, Santo, Santo; armonía, orden, belleza, amor. Dios es Amor; Omnipotente; Eterno. Pensemos cuando el mundo no existía... Imaginemos el acuerdo divino para crear... El primer brotar de la materia. La evolución de los mundos. Los astros que revientan. Los millones de años. «Y Dios en su eternidad». ¡Todo depende de Dios!, y, por tanto, ¡la adoración es la consecuencia más lógica de mi dependencia total!
La oración, que a veces nos parece inútil, ¡qué grande aparece cuando uno piensa que es hablar y ser oído por quien todo lo ha hecho! A Dios que no le costó nada crear el mundo ¿qué le costará arreglarlo?, ¿qué le costará arreglar un problema cualquiera? Tanto más cuanto que nos ama: ¡Nos dio a su Hijo! (Jn 3,16). A veces un desaliento porque no comprendo a Dios, pero, ¿cómo espero comprenderlo, yo que ni comprendo sus obras? Consecuencia: mucho más orar que moverme. Además que en el moverme hay tanto peligro de activismo humano.

¿Y yo? Ante mí la eternidad. Yo, un disparo en la eternidad. Después de mí, la eternidad. Mi existir un suspiro entre dos eternidades. Bondad infinita de Dios conmigo. Él pensó en mí hace más de cientos de miles de años. Comenzó, si pudiera, a pensar en mí, y ha continuado pensando, sin poderme apartar de su mente, como si yo no más existiera. Si un amigo me dijera: los once años que estuviste ausente, cada día pensé en ti, ¡cómo agradeceríamos tal fidelidad! ¡Y Dios, toda una eternidad!

¡Mi vida, pues, un disparo a la eternidad! No apegarme aquí, sino a través de todo mirar a la vida venidera. Que todas las creaturas sean transparentes y me dejen siempre ver a Dios y la eternidad. A la hora que se hagan opacas me vuelvo terreno y estoy perdido.
Después de mí la eternidad. Allá voy y muy pronto. Cuando uno piensa que tan pronto terminará lo presente uno saca la conclusión: ser ciudadanos del cielo, no del suelo.

¡Vivir, pues, en visión de eternidad! Cuánto importa refrescar este concepto de eternidad que nos ha de consolar tanto. La guerra, los dolores, todo pasa ¿Y luego? Nada te turbe, nada te espante, ¡Dios no se muda!. Y después de la breve vida de hoy, la eterna. ¡Hijitos míos! No os turbéis. En casa de mi Padre, hay muchas moradas (cf. Jn 14,2). La enseñanza de Cristo está llena de la idea de la eternidad."

sábado, 4 de septiembre de 2010

La dictadura del relativismo



En esta última semana hay algo que de sobremanera me ha cuestionado. Creo que nunca nadie se ha puesto a contar las veces en un día que las personas ante cualquier argumento pueden llegar a decirte: “tranquilo, que todo es relativo”. En busca de alguna respuesta ante lo común de este fenómeno, he ido investigando, leyendo y preguntando cómo es que esto se da en nuestros días y porque, así es como navegando en internet encontré este video que dice mucho de cómo el mundo se ha empeñado en implantar en nosotros la famosa ideología del relativismo y como esta nos dice que ante todo siempre hay que decir y/o pensar que realmente todo es relativo.

El Santo Padre nos dice que «el relativismo, es decir, el dejarse llevar “zarandeados por cualquier viento de doctrina” parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo así una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que solo deja como última medida el propio yo y sus ganas» es notable pues como esta era –denominada como la era de las comunicaciones- se nos presenta como la solución ante la problemática comunicacional del ser humano, disfrazada de comunión el mundo poco a poco va dando forma a algo que personalmente me gusta llamar “la utopía de unidad”, este sueño ideal para las masas de las personas que en su interior ansían desplegarse en el compartir y en el amor.

En nuestros días el orgullo que mora en los corazones de la gente parece encerrar las mentes de las personas en un absolutismo moral personal apoyado en la famosa imprecación “seréis como Dios” cada persona para el mundo de hoy es en sí mismo criterio de validez y de verdad. Siguiendo esta línea del mundo podemos pensar que incluso los locos en realidad no están locos pues uno de los síntomas de la demencia es no reconocer el hecho de la propia locura; el loco en su interior piensa que él es totalmente cuerdo en sus acciones y que lo que está afuera de él es lo que está mal. En el mundo actual es pues muy claro ver como cada persona camina al vaivén de los vientos de la vida, sin un rumbo fijo, en un sin sentido interminable, viviendo una falaz felicidad, una vida cómoda “alejada de los problemas.

La verdad ya no determina, todo es pensamiento, todo es personal. Así nos dice Don Luis Fernando Figari que «en la actual confusión del hombre sobre si mismo [que termina] en un psicologismo» se va tomando la postura de que todo pensamiento o idea es ideología cuando en realidad las cosas no son así y es pues bajo esta premisas absurdas como las mentes del mundo buscan socavar lo absoluto de la verdad inmutable y le dan cabida a la “apertura”, designando a este fenómeno como positivo del progreso del hombre de nuestros tiempos. ¿Un poco sin sentido verdad?

Pero el relativismo no hay que verlo desde la óptica fatalista y apocalíptica con la que muchos cristianos la ven, nada de eso. Ante todo el Señor nos da la esperanza que es lo último que se pierde y hoy más que nunca no podemos dejar que un mundo sin rumbo y sin sentido nos quite nuestra felicidad, nuestra esperanza. Es el Redentor quien en desde lo más profundo de su corazón nos dice «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» «Yo soy». Nuestra postura ante esta problemática de lo existencial del ser humano, debe ser la de los soldados combatientes que no decaen en la batalla. Una vez herido, diez veces herido pero nunca derrotado. El Señor se hace para nosotros a sí mismo escudo y espada en la Verdad para que con caridad y espíritu de comunidad luchemos sin cansancio por instaurar –como nos lo enseño Su Santidad San Pio X- todas las cosas en Cristo. Todo siempre con la ayuda de la preferida de Dios, la Virgen Nazarena, quien es desde los tiempos apostólicos Madre y Maestra de fidelidad para la Iglesia.