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Testigos de la Luz

domingo, 29 de mayo de 2011

Un hombre y una roca...

Una buena amiga y lectora nos ha dejado este lindo relato sobre la fidelidad y la obediencia y los abundantes frutos que de esta nos vienen, nos ha parecido bueno compartirlo con todos los lectores y amigos. Esperamos que sea para todos motivo de reflexión, oración y apostolado:

Un hombre dormía en su cabaña, cuando de repente una luz iluminó la habitación y apareció Dios. El Señor le dijo que tenía un trabajo para él, y le enseñó una gran roca frente a la cabaña. Le explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas.

El hombre hizo lo que el Señor le pidió, día tras día. Por muchos años, desde que salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas... y esta no se movía. Todas las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano.
Satanás decidió entrar en el juego trayendo pensamientos a la mente del hombre: "Has estado empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido". Le dijo que la tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él era un fracaso. Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y desilusión. Satanás le dijo: "¿Por qué esforzarte todo el día en esta tarea imposible? Solo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente".

El hombre pensó en poner en práctica esto, pero antes decidió elevar una oración al Señor y confesarle sus sentimientos: "Señor, he trabajado duro por mucho tiempo a tu servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aún así, no he podido mover la roca ni un milímetro. ¿Qué pasa? ¿Por qué he fracasado? ". El Señor le respondió con compasión: "Querido hijo, cuando te pedí que me sirvieras y tú aceptaste, te dije que tu tarea era empujar la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu tarea era empujar.

Ahora vienes a mí sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad fracasaste? Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte y bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se han vuelto duras. A pesar de la adversidad, has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez. Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para ejercitar tu fe en mi. Eso lo has conseguido. Ahora, querido hijo, yo moveré la roca".

miércoles, 25 de mayo de 2011

Aclaraciones ante la carta circular de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Para todos aquellos que rumorean, hablan y divulgan la mentira de que “la Iglesia tapa, esconde y solapa las tendencias erróneas de sus clérigos hacia la feligresía” hemos decidido en esta ocasión publicar un nota sobre algunas consideraciones que se tratan en la última carta circular que la Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado para la atención a los casos particulares de clérigos acusados de pedofilia o actitudes impropias a su estado clerical con motivo de que la acción pastoral referente a estos casos sea cada vez más pronta a responder ante ellos y más precisa para cada país y cultura.

Cabe recalcar también que el documento, no es como algunos piensan “Una promulgación oficial del Vaticano aplicada a todos los casos referidos al tema de las impropiedades de los clérigos”. Es decir, no estamos hablando con este documento de una especie de bula papal que ya determina como se ha de actuar contra estos sucesos –referente a metodología, aplicaciones, etc.- es ciertamente una carta directriz para que los obispos de cada diócesis tomen en cuenta la voz de la Iglesia universal y preparen un plan de acción especifico y determinado en cuanto a cómo actuar ante estos casos en sus diócesis particularmente.  El secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe ha dicho sobre este documento que son «"Líneas guía" para tratar los casos de abuso sexual de menores por parte de miembros del clero, de manera apropiada a las situaciones específicas en las diferentes regiones del mundo.»

«Con una "Carta circular", la Congregación ofrece una amplia serie de principios e indicaciones, que no sólo facilitarán la formulación de Líneas guía y, por tanto, la uniformidad de la conducta de las autoridades eclesiásticas en las diferentes naciones, sino que también garantizarán la coherencia en el nivel de Iglesia universal, aun respetando las competencias de los obispos y de los superiores religiosos.» este documento cubre también lineamientos para la atención de las víctimas, cooperación de autoridades civiles, competencias locales, formación de los seminaristas, programas de prevención y formación permanente para el clero, etc.

S.Em. el Card. Levada, Prefecto del dicasterio nos dice que «En relación al trabajo que se debe realizar para la redacción de las nuevas Líneas guía o para la revisión de las ya existentes, la carta de presentación da dos indicaciones operativas: en primer lugar, implicar a los Superiores Mayores de los institutos religiosos clericales (para que se tenga en cuenta no solo al clero diocesano, sino también al religioso), y después, enviar copia de las Líneas guía a la Congregación "antes de fines del mes de mayo del 2012".»

La carta circular presenta dos principales preocupaciones en lo que refiere al documento:
1.    Animar a afrontar a tiempo y eficazmente el problema con indicaciones claras, orgánicas, adaptadas a las situaciones locales, que comprenden también las relaciones con las normas y las autoridades civiles.

2.    Respetar la competencia fundamental de los Obispos diocesanos (y de los Superiores mayores religiosos) en la materia.

El Card. Levada nos dice que «la circular es, por tanto, un paso muy importante para promover en toda la Iglesia la conciencia de la necesidad y de la urgencia de responder de manera más eficaz y con visión de futuro al flagelo de los abusos sexuales por parte de miembros del clero, renovando así la plena credibilidad del testimonio y de la misión educativa de la Iglesia, y contribuyendo a crear en la sociedad en general aquellos ambientes educativos seguros de los que existe una necesidad urgente».

Fuentes:

  • Declaración de promulgación de la Carta Circular, S.Em. Cardenal Levada, Roma, Congregación para la doctrina de la Fe.
  • Aciprensa Noticias
  • Oficina de Prensa de la Santa Sede, promulgaciones y decretos oficiales, Vatican Information Service


jueves, 19 de mayo de 2011

"Oración para la vida y el apostolado, vida y apostolado hechos oración"

La oración es ese camino de dialogo con Dios, esa «cadena de oro fino»[1] que une verdaderamente a Dios con los hombres. No por nada nos dice el Señor «cuando dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio ellos»[2].

Son innumerables la cantidad de sectas y movimientos que hoy profundizan en técnicas meditacionales, caminos de relajación –o de encuentro como los llaman también- desde las más arcaicas hasta exóticas en su fondo y forma. El florecimiento de estos “novedosos caminos actuales” nos habla de la profunda necesidad del hombre de encontrarse con Dios, nos hablan de su profunda hambre de más; de su nostalgia de infinito. Todo esto si lo contrastamos con la cultura de lo superficial que hoy se encuentra en todos lados; nos habla. El hombre tiene necesidad de Dios, le es natural esa tensión a Él y lo reconoce y lo busca.

«El dialogo con Dios se enraíza en la naturaleza misma del ser humano, en su anhelo de encuentro pleno»[3] por esto se puede afirmar –como nos dice Luis Fernando Figari- que  «la oración responde a la intranquilidad que hay en el corazón del hombre […] le es esencial»[4]. Es el mismo Señor el que nos invita constantemente a velar y orar. «Orad siempre sin desfallecer».[5]

Nuestra oración es esa respuesta a la respuesta que Dios nos ha dado queriéndose acercar a nosotros. Es la respuesta a nuestra identidad, el contacto con nuestro interior nos lleva siempre al contacto directo con Dios pues al participar de su ser nos ha dado la capacidad de compartir con Él toda nuestra vida.

Cuando hablamos de oración para la vida y el apostolado hablamos de que esa oración ganada a fuerza de momentos de encuentro con Dios debe iluminar toda nuestra vida, todas nuestras acciones.  Todo en nosotros debe reflejar aquella respuesta de la que hablamos y ante esto María es un clarísimo ejemplo, su respuesta fiel en el “fiat” fue un momento de oración que ilumino toda su realidad y todas sus acciones cotidianas, no por nada muchos maestros espirituales la llaman “maestra de oración”. Así como María si nosotros pudiéramos hacer que toda nuestra vida sea respuesta al Plan de Dios, haríamos que cada cosa del día fuera en sí misma oración. Una oración continua. Es entonces donde entramos en que la vida y el apostolado son hechos oración.

Juan Pablo II dirá que «Jesús de Nazaret oraba todo el tiempo sin desfallecer; la oración era la vida de su alma y toda su vida era oración»[6].  En el modelo de Jesús encontramos «un perfecto ejemplo de cómo se deben unir estas dos realidades; la constante comunión con el Padre y la vida intensamente activa»[7].
Sin esta unidad se corre el profundo riesgo de la desorientación, de las lamentaciones. San Juan Berchmans dice que «toda apostasía en la religión tiene su origen en la falta de oración»[8] y con razón lo dice pues el que deja de rezar pierde el horizonte, descarrea del camino, poco a poco, cada vez más.  Caer en activismos no es nunca la respuesta, ser apóstoles supone que seamos además de hombres de acción, hombres de oración.

Aspirar a que toda nuestra vida y nuestro apostolado sean oración supone la concatenación, la unión, de esos momentos fuertes de oración en donde dialogamos como amigos con Dios y la consagración cotidiana de todas nuestras actividades, gestos, palabras y pensamientos a Dios que es donde nos encontramos con Él como ese Dios cercano que busca acercarse a nosotros.  Así «Todo acto es oración si es don de sí para llegar a ser» nos dice Saint-Exupèry. Esto por supuesto constituye todo un programa de vida. Un vivir cada vez más comprometidamente una “espiritualidad de lo cotidiano” que a medida que la practicamos nos va asemejando al Señor, nos va conformando a Él “modelo del hombre nuevo” haciendo que toda nuestra existencia se despliegue en una vida santa y en un apostolado fecundo.


[1] Ver San Juan de la Cruz, La noche oscura.
[2] Mt. 18, 20.
[3] CHD 86
[4] Luis Fernando Figari, Huellas de un peregrinar, pg. 58 , fondo editorial, Lima 2005
[5] Lc. 18, 1.
[6] S.S. Juan Pablo II, la oración del Hijo al Padre, 22/7/87,1. En CHD 86
[7] S.S. Juan Pablo II, Vita Consecrata, 74b.
[8] San Juan Berchmans en Huellas de un peregrinar, Luis Fernando Figari, Fondo Editorial, Lima, 2005.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Algunas verdades y aclaraciones al Código da Vinci

… Una Novela ¿Histórica?
“Como decía Jaime Balmes en el Criterio, “la verdad es la realidad de las cosas”. Existe una verdad lógica (la adecuación del entendimiento a la cosa) y una verdad ontológica: la realidad de las cosas. El hecho es que todo acaba sabiéndose: la verdad acaba imponiéndose siempre.” 2
La llamada novela histórica tiene su fundamento en hechos historicamente verídicos, con personajes reales a los cuales se les reviste de una trama interesante, caballeresca, pero no por ello falsa. Cuando una novela que se dice histórica se aparta de hechos historicamente comprobables, pasa a ser una novela de ficción, pues se inventan situaciones, tiempos, personajes y lugares que no existieron o que no vivieron las situaciones y circunstancias que la novela describe. De ésta manera llamar novela histórica a una novela de ficción es un desprecio a los historiadores del arte, de la cultura, a los historiadores, a los antropólogos, sociólogos, arqueólogos, etc.
En la trama del Código Da Vinci, se encuentran numerosas inconsistencias tanto en el argumento, como en tiempos y conocimiento del entorno, por ejemplo se dice en las primeras ediciones que el ciclo de Venus "traza un pentáculo perfecto a través del cielo eclíptico cada cuatro años" pero ya los griegos y los mayas sabían que Venus completa su ciclo cada ocho... Pero no nos detendremos en estas minucias que muestran al menos escasa cultura. Nos iremos directamente a temas de carácter histórico que muestran si ésta novela es histórica o no

Cuando que Da Vinci, en Anchiano, Italia, es el pueblo natal de Leonardo, no su apellido. Le bautizaron como Leonardo di ser Piero da Vinci: es decir, Leonardo, el hijo de Ser Piero, originario de Vinci.
"En tiempos pasados... vivíamos en un mundo de dioses y diosas... Cada Marte tenía una Atenea"
En el mundo antiguo unos pueblos creían en la magia; otros, no hacían distinciones entre hombres y dioses; otros veneraban a un único dios; otros no veneraban a ningún dios, como los filósofos. Otros creían solo en deidades masculinas y otros pueblos, en deidades femeninas.
Se presenta a la diosa Isis como esposa del dios Amún 
La diosa Isis no era la mujer de Amún, sino de Osiris, el juez de los muertos. Con lo cual su nombre no tiene nada que ver con Amon L´Isa, la Mona Lisa, a la que se quiere presentar, forzadamente como el "anagrama de la divina unión entre lo masculino y lo femenino".

Se afirma que los primitivos judíos adoraban a una diosa femenina: Shekinah 

Los antiguos judios se distinguían porque vivían rodeados por culturas paganas que veneraban a dioses y diosas, y ellos siempre veneraron a un único Dios. El término Shekinah (derivado del hebreo para "morar") fue utilizado sólo en el judaísmo talmúdico para referirse a "morada", o presencia del único Dios entre las personas.

Afirma que el celibato estaba condenado en la cultura judía y por eso Jesús estaba casado. 

No estaba condenado. Es más: algunos de los hombres más venerados por los judios viveron célibes, como el profeta Jeremías. Y durante el tiempo de Jesús había una secta judía, los esenios, que vivían célibes y eran respetados precisamente por eso.

Dice que los Griegos organizaron las olimpiadas como "un tributo a la magia de Venus" 

Los orígenes de la Olimpiadas son confusos, pero se sabe que no se organizaban en honor de Venus (Afrodita) sino en honor de Zeus y Pelops.

Afirma que Constantino supervisó la Biblia. 

Constantino era un emperador no un teólogo; y no supervisó ni hizo que se hiciera ninguna Biblia, porque la lista de los cuatro Evangelios ya estaba fijada desde mucho antes. Lo único que hizo el Emperador en el siglo IV fue encargar unas cincuenta Biblias que contenían -sin quitar, ni poner nada- los cuatro Evangelios que la Iglesia había recibido desde mucho tiempo atrás, desde el tiempo de los Apóstoles.

Dice que los gnósticos escribieron unos evangelios en tiempos de Jesús. 

L os escritos gnósticos se escribieron por lo menos un siglo o dos más tarde que los Cuatro Evangelios, que esos sí que fueron escritos "en tiempos de Jesús" pocas décadas tras su muerte. Los Cuatro Evangelios fueron escritos en tiempos de los Apóstoles y de los testigos de la vida, muerte y Resurreción de Jesús; es decir, desde la mitad del siglo I hasta el final de ese siglo.

Se dice que en el escrito gnóstico llamado "Evangelio de Felipe" se afirma que Jesús amaba a María Magdalena y la besaba en la boca. 

En ese escrito gnóstico -no reconocido como Evangelio por la Iglesia- no se dice en absoluto que Jesús hubiese tenido una relación con la Magdalena, porque el manuscrito apareció en varios fragmentos. Además, para los gnósticos el beso es siempre un signo de compañerismo entre creyentes, porque los gnósticos, a diferencia de la Iglesia Católica, rechazan el sexo: creen que las almas se quedan aprisionadas en la sexualidad material.

Dice que Leonardo la llamó Mona Lisa para designar secretamente a los dioses egipcios Amon e Isis. 

Leonardo no la títuló así: El nombre -Mona Lisa- no se le aplicó hasta mucho después de la muerte de Leonardo. "Mona" es una contracción de "Madonna" (que significa 'dama' o 'señora'). Lisa es el nombre más probable de la mujer retratada. Es también conocida como "La Gioconda".

Dice que Leonardo recibió "cientos de lucrativos encargos" por parte del Vaticano 

A lo largo de su vida Leonardo recibió sólo un encargo del Vaticano.

Dice Dan Brown que la figura que aparece en La Última Cena junto a Jesús no es san Juan, sino María Magdalena, por su aspecto femenino. 

En el Renacimiento el "tipo" pictórico del joven se representaba así. Fíjate como representa Leonardo a san Juan Bautista. Y en caso de que esa figura representara a María Magdalena, ¿dónde estaría san Juan? ¿El genio se olvidó de pintarlo?

Dice que falta una copa en el cuadro de la Última cena.

Pues basta con contarlas; hay trece copas: doce de los Apóstoles y una de Jesucristo.

Afirma que la ciudad de París fue fundada por los merovingios en el siglo VI.

París fue un asentamiento de los Galos en el siglo III antes de Cristo. Los romanos la llamaron Lutetia y se hicieron con ella en el 52 antes de Cristo, bajo el mandato de Julio Cesar. Los Merovingios no gobernaron hasta el siglo VI, y para entonces París ya tenía, por lo menos, 800 años. Este rigor en las cifras recuerda el títular de aquel periódico insular: "seis de cada cuatro canarios creen que el gobierno autónomo dedica pocos recursos a la lucha contra la delincuencia".

Relaciona el Priorato de Sión con los Templarios, con Leonardo da Vinci y otros. 

El nombre Priorato de Sion se daba al grupo de sacerdotes que atendían la iglesia de El Priorato de Nuestra Señora de Sión en Jerusalem (la iglesia de Santa María, edificada sobre las ruinas del antiguo templo bizantino Hagia Sion). Ese Priorato se fundó en 1099. Allí estuvieron estos sacerdotes hasta 1217 cuando los musulmanes destruyeron la Iglesia al reconquistar Jerusalem. Los sacerdotes del Priorato se fueron a Sicilia. Era una institución más de la Iglesia. Sus últimos miembros se unieron a los Jesuitas en 1617 y el Priorato dejó de existir. Por tanto, el Priorato no tenía nada que ver con los Templarios, ni con las excavaciones del Templo del Monte, ni con un supuesto matrimonio de Jesús, ni con Leonardo da Vinci, ni con Plantard.

Dice que en esa Iglesia la Línea Rosa señala el Meridiano de París. 

Esa línea de latón que recorre la iglesia del norte al sur no es parte del Meridiano de París, que pasa a más de 100 metros al este. Es un reloj solar/calendario que servía para marcar los solsticios y equinoccios. Y nunca se le llamó la Línea Rosa.

Asegura que el Papa Clemente V batalló contra los Templarios y quemó las cenizas, tirándolas al Tíber. 

No. El que eliminó a los cuarenta y cuatro Templarios en una noche fue Felipe IV "El Hermoso de Francia", enemigo acérrimo del Papa. Felipe les pidió a los Templarios financiación para sus guerras y se negaron. El Rey fue al Papa Bonifacio VIII y le pidió que los excomulgara. El Papa se negó y el rey francés envió a Roma unos mercenarios que secuestraron y maltrataron al Papa. Eso le provocó la muerte. Felipe fue excomulgado. Su sucesor fue Benedicto XI, quien le levantó la excomunión. Le sucedió Clemente V que fue el Papa que trasladó el Papado a Avignon. Donde los soldados del Rey de Francia echaron las cenizas de Geoffrey de Charney y del último Maestro Grande de la Orden, Jacques de Molay, al río Sena de París, para que no quedaran restos que se pudieran considerar reliquias. El Tíber también pasa por una capital europea, pero lejos de París.

Conclusiones
Bibliografia Consultada

• Corliss, Richard. "Can a Thriller Be Both Fair and Fun?" Time. April 24, 2006.
• Lacy, Norris J. "The Da Vinci Code: Dan Brown and the Grail that Never Was." Authuriana. 2004.
http://www.smu.edu/arthuriana/lacy.pdf
• The Louvre
http://www.louvre.fr
• Lovgren, Stefan. "Warping Mona Lisa Nothing to Smile About, Experts Say." National Geographic. April 30, 2004.
• Ritz Paris
http://www.ritz.com/home_ritz/home_ritz.asp?show_all=1
• Paris road map
http://www.hot-maps.de/europe/france/paris/homeen.html
• "Portrait of Lisa Gherardini, Wife of Francesco del Giocondo." Louvre.
http://www.louvre.fr/llv/oeuvres/detail_notice.jsp?CONTENT%3C%3Ecnt_id=10134198673226503&CURRENT_
LLV_NOTICE%3C%3Ecnt_id=10134198673226503&FOLDER%3C%3Efolder_id=9852723696500816&bmUID
=1145977971184&bmLocale=en
• Travel Journal
http://www.mike-reed.com/TravelJournal.htm
• Van Biema, David. "The Ways of Opus Dei." Time. April 24, 2006.
• "Westminster Abbey Counters Da Vinci Code." Guardian Unlimited. May 31, 2005.
http://books.guardian.co.uk/news/articles/0,,1496206,00.html
• ACEPRENSA.com
• http://www.latimes.com
• http://www.nytimes.com

Fuentes:
1. http://www.rottentomatoes.com
2. José Carlos Martín de la Hoz. Academia de la Historia Eclesiástica

lunes, 9 de mayo de 2011

Santos de nuestro tiempo, semillas fecundas de una vida nueva

En este último tiempo, sin darnos cuenta surgen en la iglesia un sin fin de Santos y Beatos al rededor de todo el mundo. Desde el año 2000 en adelante en el Pontificado de Juan Pablo II han habido más de 14 celebraciones litúrgicas para canonizaciones en donde se canonizaron a más de 35 Santos elevados a los altares y sin contar la innumerable cantidad de beatos proclamados por el mismo pontífice. Desde 2005 la cantidad de beatos proclamados por el nuevo Sucesor de San Pedro, Benedicto XVI, va por cantidades celestiales. ahora mencionaremos de manera sencilla algunos de los personajes que han sido elevados a la dignidad de Beatos dignos de veneración entre los períodos 2006 y 20011:


  • Beato Padre Jose Olallo Valdes(camagüey)
  • beatos Pedro Kibe Kasui y 187 compañeros mártires (Nagasaki, Japón)
  • beatos Luis martín y Celia Guérin (Lisieux, Francia)
  • Beata Madre Josefa Hendrina Stenmanns (Steyl-Telegen, Holanda)
  • Beato Santiago de Ghazir (beirut, Libano)
  • beata María Josefína de Jesús Crucificado (Nápoles, Italia)
  • Edith Stein
  • San Antonio de San Ana Galvao (Brásil)
  • San Alberto Hurtado (Santiago de Chile - Chile)
  • San damián de Molokai
  • San Félix de Nicosia (Sicilia, Italia)
  • Beato Felipe Smaldone (Nápoles, Italia)
  • San Jorge Precca (Malta)
  • San Rafael Guizar y Valencia (México)
  • Juan Pablo II (Wadowice, Polonia)


Esto es solo una pequeña muestra, la lista es realmente algo grande y que amerita ser leído con detenimiento y gozo. Ellos son la prueba visible de que la Palabra de Dios es siempre actual y siempre apelante, dejémonos tocar por sus vidas, interpelar por su heroicidad de virtudes, por su sencillez, su cotidianidad, su profundo amor al Señor Jesús y a María Santísima. Aprendamos de ellos cada vez mejor a construir desde sus cimientos una sociedad santa; cada vez más justa y reconciliada.

les dejamos un link a la página oficial de la Congregación para las Causas de los Santos en donde podrán leer  acerca de la vida de estos Santos y Beatos de nuestro tiempo:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/csaints/index_sp.htm

martes, 3 de mayo de 2011

Si pudieras tener el mundo entre tus manos...


Tras haber leído está caricatura de Mafalda es fácil ponerse a pensar en cómo nos identificamos muchas veces con esta misma actitud. Muchas veces pensamos que el mundo nos cabe en la palma de la mano o tenemos esa tendencia a reducirlo todo a nuestro entendimiento y lo encasillamos dentro de eso.  Todo lo veo según el filtro de mis propias limitaciones de conocimiento, reducimos el “todo” a lo que solo yo puedo ver. Muchos denominan a este proceso “reduccionismo gnoseológico o metodológico” ahora explicaremos de manera sencilla algunas características de este proceso reduccionista y sus aplicaciones consientes o inconscientes en nuestra vida diaria.

Jorge Serrano[1] definía el reduccionismo metodológico como «la reconstrucción de la teoría en términos de su visión reducida del mundo»[2], es decir, que la persona apropia la realidad a sus concepciones de lo que conoce y puede ver y vemos pues que deja de lado innumerables datos objetivos de la realidad que él no conoce o no maneja. Y así nos vamos introduciendo poco a poco en el hábito de tener esa mirada reducida hacia la realidad, que de alguna manera explica la razón de ser de la cultura de la evasión que vivimos en nuestros días.
La historia nos dice que esto no comenzó con el Dr. Jorge Serrano. Vemos por ejemplo que La idea de reduccionismo fue introducida por Descartes en la parte V de sus Discursos (1637). Como la idea de que la explicación de las cosas -como las explicaciones científicas- deben ser reducidas continuamente a las entidades más simples posibles[3]
El hombre de por sí, para explicar la realidad, toma elementos de la realidad que conoce para tratar de explicar o dar sentido a aquello que no conoce o que no comprende en su totalidad, pero en esta línea hay un hilo muy fino entre encasillarme en solo lo que conozco y mirar la realidad a mi manera como en un solipsismo subjetivista[4] o en aproximarme desde mi conocimiento a esa realidad y dejar que esta nueva realidad –que desconozco- me ilumine con lo que me tiene que revelar.

Muchas veces pasa que nos dejamos llevar solo por lo que logramos entender o lo que queremos ver, buscamos reducir la realidad a cosas simples que no nos gasten tiempo, que sean fáciles de asimilar. Tal vez sea –en el caso de alguna situación dolorosa- no querer afrontar el dolor, tal vez la necesidad de tener que decidir, tal vez el miedo a romper en mi interior conmigo mismo, tal vez porque es más cómodo verlo todo desde un matiz, tal vez porque así no me juego, tal vez porque tengo miedo a que ello me cambie y no quiero. Podríamos encontrar mil tal vez para tratar de explicar esta situación. Es relativamente fácil describirla en términos de conceptos para entender el pensamiento; sus orígenes y consecuencias, pero verlo en nuestro día a día y ser consientes de ello es lo que nos va a llevar a superar esta actitud de reducirlo todo a mis parámetros. Espero que esto nos ayude a entender cómo debemos ver la realidad y como debemos también acogerla en nuestras vidas y dejar que ilumine nuestro caminar constantemente.


[1] Doctor en psiquiatría, España.
[2] Ver Abraham Nosnick, Estudios de Filosifia-historia-letras, 1986.
[3] Ver descartes, DISCURSOS, ensayos sobre filosofía y materia
[4] Diccionario de la RAE, ver solipsismo y subjetivista: entiendase que nos referimos aquí al claustro de la persona que se encierra en su burbuja personal y que manipula la realidad a su modo desde sus experiencias, emociones y paradigmas personales y que no concibe nada fuera de ello. 

domingo, 1 de mayo de 2011

Un santo del siglo XX

Homilía del Santo Padre Benedicto XVI en la Beatificación de su predecesor Juan Pablo II, mayo 1 del 2011


Queridos hermanos y hermanas.

Hace seis años nos encontrábamos en esta Plaza para celebrar los funerales del Papa Juan Pablo II. El dolor por su pérdida era profundo, pero más grande todavía era el sentido de una inmensa gracia que envolvía a Roma y al mundo entero, gracia que era fruto de toda la vida de mi amado Predecesor y, especialmente, de su testimonio en el sufrimiento. Ya en aquel día percibíamos el perfume de su santidad, y el Pueblo de Dios manifestó de muchas maneras su veneración hacia él. Por eso, he querido que, respetando debidamente la normativa de la Iglesia, la causa de su beatificación procediera con razonable rapidez. Y he aquí que el día esperado ha llegado; ha llegado pronto, porque así lo ha querido el Señor: Juan Pablo II es beato.

Deseo dirigir un cordial saludo a todos los que, en número tan grande, desde todo el mundo, habéis venido a Roma, para esta feliz circunstancia, a los señores cardenales, a los patriarcas de las Iglesias católicas orientales, hermanos en el episcopado y el sacerdocio, delegaciones oficiales, embajadores y autoridades, personas consagradas y fieles laicos, y lo extiendo a todos los que se unen a nosotros a través de la radio y la televisión.

Éste es el segundo domingo de Pascua, que el beato Juan Pablo II dedicó a la Divina Misericordia. Por eso se eligió este día para la celebración de hoy, porque mi Predecesor, gracias a un designio providencial, entregó el espíritu a Dios precisamente en la tarde de la vigilia de esta fiesta. Además, hoy es el primer día del mes de mayo, el mes de María; y es también la memoria de san José obrero. Estos elementos contribuyen a enriquecer nuestra oración, nos ayudan a nosotros que todavía peregrinamos en el tiempo y el espacio. En cambio, qué diferente es la fiesta en el Cielo entre los ángeles y santos. Y, sin embargo, hay un solo Dios, y un Cristo Señor que, como un puente une la tierra y el cielo, y nosotros nos sentimos en este momento más cerca que nunca, como participando de la Liturgia celestial.

«Dichosos los que crean sin haber visto» (Jn 20, 29). En el evangelio de hoy, Jesús pronuncia esta bienaventuranza: la bienaventuranza de la fe. Nos concierne de un modo particular, porque estamos reunidos precisamente para celebrar una beatificación, y más aún porque hoy un Papa ha sido proclamado Beato, un Sucesor de Pedro, llamado a confirmar en la fe a los hermanos. Juan Pablo II es beato por su fe, fuerte y generosa, apostólica. E inmediatamente recordamos otra bienaventuranza: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo» (Mt 16, 17). ¿Qué es lo que el Padre celestial reveló a Simón? Que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Por esta fe Simón se convierte en «Pedro», la roca sobre la que Jesús edifica su Iglesia. La bienaventuranza eterna de Juan Pablo II, que la Iglesia tiene el gozo de proclamar hoy, está incluida en estas palabras de Cristo: «Dichoso, tú, Simón» y «Dichosos los que crean sin haber visto». Ésta es la bienaventuranza de la fe, que también Juan Pablo II recibió de Dios Padre, como un don para la edificación de la Iglesia de Cristo.

Pero nuestro pensamiento se dirige a otra bienaventuranza, que en el evangelio precede a todas las demás. Es la de la Virgen María, la Madre del Redentor. A ella, que acababa de concebir a Jesús en su seno, santa Isabel le dice: «Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lc 1, 45). La bienaventuranza de la fe tiene su modelo en María, y todos nos alegramos de que la beatificación de Juan Pablo II tenga lugar en el primer día del mes mariano, bajo la mirada maternal de Aquella que, con su fe, sostuvo la fe de los Apóstoles, y sostiene continuamente la fe de sus sucesores, especialmente de los que han sido llamados a ocupar la cátedra de Pedro. María no aparece en las narraciones de la resurrección de Cristo, pero su presencia está como oculta en todas partes: ella es la Madre a la que Jesús confió cada uno de los discípulos y toda la comunidad. De modo particular, notamos que la presencia efectiva y materna de María ha sido registrada por san Juan y san Lucas en los contextos que preceden a los del evangelio de hoy y de la primera lectura: en la narración de la muerte de Jesús, donde María aparece al pie de la cruz (cf. Jn 19, 25); y al comienzo de los Hechos de los Apóstoles, que la presentan en medio de los discípulos reunidos en oración en el cenáculo (cf. Hch. 1, 14).

También la segunda lectura de hoy nos habla de la fe, y es precisamente san Pedro quien escribe, lleno de entusiasmo espiritual, indicando a los nuevos bautizados las razones de su esperanza y su alegría. Me complace observar que en este pasaje, al comienzo de su Primera carta, Pedro no se expresa en un modo exhortativo, sino indicativo; escribe, en efecto: «Por ello os alegráis», y añade: «No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación» (1 P 1, 6.8-9). Todo está en indicativo porque hay una nueva realidad, generada por la resurrección de Cristo, una realidad accesible a la fe. «Es el Señor quien lo ha hecho -dice el Salmo (118, 23)- ha sido un milagro patente», patente a los ojos de la fe.

Queridos hermanos y hermanas, hoy resplandece ante nuestros ojos, bajo la plena luz espiritual de Cristo resucitado, la figura amada y venerada de Juan Pablo II. Hoy, su nombre se añade a la multitud de santos y beatos que él proclamó durante sus casi 27 años de pontificado, recordando con fuerza la vocación universal a la medida alta de la vida cristiana, a la santidad, como afirma la Constitución conciliar sobre la Iglesia Lumen gentium. Todos los miembros del Pueblo de Dios -Obispos, sacerdotes, diáconos, fieles laicos, religiosos, religiosas- estamos en camino hacia la patria celestial, donde nos ha precedido la Virgen María, asociada de modo singular y perfecto al misterio de Cristo y de la Iglesia. Karol Wojtyła, primero como Obispo Auxiliar y después como Arzobispo de Cracovia, participó en el Concilio Vaticano II y sabía que dedicar a María el último capítulo del Documento sobre la Iglesia significaba poner a la Madre del Redentor como imagen y modelo de santidad para todos los cristianos y para la Iglesia entera. Esta visión teológica es la que el beato Juan Pablo II descubrió de joven y que después conservó y profundizó durante toda su vida. Una visión que se resume en el icono bíblico de Cristo en la cruz, y a sus pies María, su madre. Un icono que se encuentra en el evangelio de Juan (19, 25-27) y que quedó sintetizado en el escudo episcopal y posteriormente papal de Karol Wojtyła: una cruz de oro, una «eme» abajo, a la derecha, y el lema: «Totus tuus», que corresponde a la célebre expresión de san Luis María Grignion de Monfort, en la que Karol Wojtyła encontró un principio fundamental para su vida: «Totus tuus ego sum et omnia mea tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi cor tuum, Maria -Soy todo tuyo y todo cuanto tengo es tuyo. Tú eres mi todo, oh María; préstame tu corazón». (Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, n. 266).

El nuevo Beato escribió en su testamento: «Cuando, en el día 16 de octubre de 1978, el cónclave de los cardenales escogió a Juan Pablo II, el primado de Polonia, cardenal Stefan Wyszyński, me dijo: “La tarea del nuevo Papa consistirá en introducir a la Iglesia en el tercer milenio”». Y añadía: «Deseo expresar una vez más gratitud al Espíritu Santo por el gran don del Concilio Vaticano II, con respecto al cual, junto con la Iglesia entera, y en especial con todo el Episcopado, me siento en deuda. Estoy convencido de que durante mucho tiempo aún las nuevas generaciones podrán recurrir a las riquezas que este Concilio del siglo XX nos ha regalado. Como obispo que participó en el acontecimiento conciliar desde el primer día hasta el último, deseo confiar este gran patrimonio a todos los que están y estarán llamados a aplicarlo. Por mi parte, doy las gracias al eterno Pastor, que me ha permitido estar al servicio de esta grandísima causa a lo largo de todos los años de mi pontificado». ¿Y cuál es esta «causa»? Es la misma que Juan Pablo II anunció en su primera Misa solemne en la Plaza de San Pedro, con las memorables palabras: «¡No temáis! !Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!». Aquello que el Papa recién elegido pedía a todos, él mismo lo llevó a cabo en primera persona: abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante, fuerza que le venía de Dios, una tendencia que podía parecer irreversible. Con su testimonio de fe, de amor y de valor apostólico, acompañado de una gran humanidad, este hijo ejemplar de la Nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio. En una palabra: ayudó a no tener miedo de la verdad, porque la verdad es garantía de libertad. Más en síntesis todavía: nos devolvió la fuerza de creer en Cristo, porque Cristo es Redemptor hominis, Redentor del hombre: el tema de su primera Encíclica e hilo conductor de todas las demás.

Karol Wojtyła subió al Solio de Pedro llevando consigo la profunda reflexión sobre la confrontación entre el marxismo y el cristianismo, centrada en el hombre. Su mensaje fue éste: el hombre es el camino de la Iglesia, y Cristo es el camino del hombre. Con este mensaje, que es la gran herencia del Concilio Vaticano II y de su «timonel», el Siervo de Dios el Papa Pablo VI, Juan Pablo II condujo al Pueblo de Dios a atravesar el umbral del Tercer Milenio, que gracias precisamente a Cristo él pudo llamar «umbral de la esperanza». Sí, él, a través del largo camino de preparación para el Gran Jubileo, dio al Cristianismo una renovada orientación hacia el futuro, el futuro de Dios, trascendente respecto a la historia, pero que incide también en la historia. Aquella carga de esperanza que en cierta manera se le dio al marxismo y a la ideología del progreso, él la reivindicó legítimamente para el Cristianismo, restituyéndole la fisonomía auténtica de la esperanza, de vivir en la historia con un espíritu de «adviento», con una existencia personal y comunitaria orientada a Cristo, plenitud del hombre y cumplimiento de su anhelo de justicia y de paz.

Quisiera finalmente dar gracias también a Dios por la experiencia personal que me concedió, de colaborar durante mucho tiempo con el beato Papa Juan Pablo II. Ya antes había tenido ocasión de conocerlo y de estimarlo, pero desde 1982, cuando me llamó a Roma como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona. Su profundidad espiritual y la riqueza de sus intuiciones sostenían mi servicio. El ejemplo de su oración siempre me ha impresionado y edificado: él se sumergía en el encuentro con Dios, aun en medio de las múltiples ocupaciones de su ministerio. Y después, su testimonio en el sufrimiento: el Señor lo fue despojando lentamente de todo, sin embargo él permanecía siempre como una «roca», como Cristo quería. Su profunda humildad, arraigada en la íntima unión con Cristo, le permitió seguir guiando a la Iglesia y dar al mundo un mensaje aún más elocuente, precisamente cuando sus fuerzas físicas iban disminuyendo. Así, él realizó de modo extraordinario la vocación de cada sacerdote y obispo: ser uno con aquel Jesús al que cotidianamente recibe y ofrece en la Eucaristía.

¡Dichoso tú, amado Papa Juan Pablo, porque has creído! Te rogamos que continúes sosteniendo desde el Cielo la fe del Pueblo de Dios. Amén.