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Testigos de la Luz

jueves, 3 de diciembre de 2009

Un soplo del Espíritu Santo para nuestro tiempo


Hace ya pocos días comenzó en Santiago de Guayaquil la tan esperada III Asamblea Plenaria del Movimiento de Vida Cristiana,acontecimiento que da sede a la reunión y el compartir de doscientos cincuenta delegados de los cinco continentes para intercambiar pensamientos, reflexiones y nuevas ideas de lo que ha sido las actividades y vida del Movimiento de Vida Crisitiana desde los últimos cinco años y la proyección apostólica para el futuro.


Nuestro Santo Padre Benedicto XVI alentó a través de un comunicado a todos los emevecistas a "conformarse cada vez más con Cristo para anunciar el evangelio a toda la sociedad". Recordo en el mismo que para conformarse cada vez más con Cristo se debe "difundir el evangelio en todos los ambitos de la sociedad a través de un intenso testimonio de vida de fe".

La Asamblea Plenaria dio su inicio el primero de este mes y culmina sus actividades el Martes ocho de diciembre. Estos son días de un conpartir fraterno y de discernimiento sobre los nuevos planteamientos que debe tomar el Movimiento de Vida Cristiana para poder ser respuesta para este mundo a puertas del tercer milenio de nuestra Fe.


Han pasado ya dos días desde que empezó la Asamblea Plenaria y desde ya vemos con sorpresa y gratitud los dones del Espíritu Santo que sopla fuerte en esta congregación ya que el coordinador general del Movimiento de Vida Cristiana, Eduardo Regal, anunció que desde ahora el MVC tendrá un acento más para reponder a los problemas de nuestro tiempo. Este es "la promoción de la vida, dignidad y derechos de la persona humana". Regal argumento a los participantes de la Asamblea que el fundador del MVC y de la familia sodálite decidio sumar este nuevo acento para responder a los multiformes ataques que se dan contra la vida y dignidad de los seres humanos, en especial de los no nacidos.


¡Esto es una gran responsabilidad y hay que acogerla con alegría y disposición para poder hacer afrenta a los embates del maligno!, muchas cosas más nos sorprenderan en esta gran reunion y hay que estar en oración constante para que el Espíritu Santo ilumine las mentes de nuestros hermanos delegados. ¡Hay que darle Vida al movimiento en la sociedad, Vida que nazca de un profundo encuentro con Cristo y que se torne amorosa a Él!.

domingo, 25 de octubre de 2009

María y el rosario

Quisiera reflexionar un poco en el papel que juega la Virgen María en nuestras vidas y sobre como el rosario es especial oración del Cristiano. Lo interesante aquí es como ya desde esta breve introducción estos dos temas resaltan como íntimamente unidos.

¿Cuál es el papel que tiene la Virgen en mi vida? ¿En tú vida? Primero cabe entender el porqué como católico reconozco a María como pilar fundamental de mi Fe. La verdad no es tan complicado. Simplemente porque el mismo Señor Jesús me lo dice. En el evangelio de Juan un pasaje que me gusta mucho es el de Jesús junto a su madre al pie de la cruz, este pasaje estoy seguro que lo deja claro. Aquí Jesús dice al discípulo «He ahí a tu Madre» y la muestra claramente como el primer modelo que debemos seguir para acercarnos hacia Él. «Y el discípulo desde aquella hora la acogió en su casa». Es el mismo Señor Jesús quien designa a María al pie de la Cruz para que nos ayude a caminar hacia su encuentro y también vemos como la Santísima Virgen nos remite a su vez al Señor Jesús. Claro ejemplo de esto vemos en las bodas de Caná –también en Juan- donde la Virgen Nazarena al constatar la necesidad de los invitados de vino; Ella habla con Jesús y dice a los sirvientes «Haced lo que Él os diga» ¡Qué manera directa de guiarnos a Jesús!, ¡hagan lo que dice mi Hijo! Así vemos cuan fundamental es la Virgen en el proceso reconciliador de la Iglesia y de nosotros mismos. La Virgen de Nazaret juega un papel fundamental en lo que solemos llamar el proceso de amorización: por Cristo a María y por María más plenamente al Señor Jesús. María cumple en tú vida y en la mía una función fundamental: dar a luz a Cristo en nuestros corazones.

Otro punto importante para entender el papel que tiene la Virgen en nuestras vidas, es entender como ella gracias a su intima relación con Jesús nos enseña a rezar. Su Santidad el Papa Juan Pablo II decía que María «es educadora del pueblo cristiano en oración y encuentro con Dios». Ella nos enseña como acercarnos al Señor Jesús y ejemplo de esto tenemos el episodio de Pentecostés donde los apóstoles aguardaban la venida del Espíritu Santo «junto con María en oración». Su ejemplo de vida nos ensaña a rezar y como rezar para estar en constante presencia de Dios.

Entrando un poco en el tema del rosario. Quisiera recordar el pasaje de la anunciación; que personalmente me sorprende más cada vez que lo leo. La anunciación es el saludo del Ángel Gabriel a la Virgen María; es el momento en que le revela ese llamado –que ella ya iba sintiendo en su interior- que Dios le hacía. Quedará para otra ocasión profundizar en el rico contenido de aquellas palabras, por ahora me limito a decir que ese saludo hermoso es el modelo de oración a María. Rezarlo a conciencia es una experiencia de profundizar en su llamado, en su misión para obtener luces para nuestra propia vida.

Ahora sí; el rosario, antes que nada, cabe recalcar que está compuesto por cincuenta pepitas que equivalen a cincuenta ave marías y cinco pepitas que equivalen a cinco padres nuestros. Algo fundamental que vale la pena realzar del rosario es que es Cristocéntrico; es decir, que empieza en Cristo y termina en Cristo. Es ir profundizando en los misterios de de la vida de Jesús en compañía de maría.

Muchos dicen que es la oración predilecta de los que aman a la Santísima Virgen puesto que es esencial para entender su misión en la Iglesia y en la propia vida, por eso al rezarlo hay que hacerlo con mucha devoción y conciencia de lo que se está diciendo; que no son palabras de invento humano sino palabras que vienen de Dios mismo. Sobran a estas alturas razones para rezarlo. Rezarlo porque es mi manera de darle gracias por lo que soy y por lo que tengo, por lo que me rodea, pedirle por mí, por mis amigos, mi familia, mis enemigos y por la iglesia, para aprender de ella a acercarme al Señor Jesús, porque es mi Madre, porque me lo pide, porque saludarla como el ángel hizo es como darle un piropo, porque es la manera de decirle que la quiero y muchísimas razones más. ¿Cuál es tu razón? ¿Rezas el rosario? Si no lo has hecho o si no la sabes, mejor empezar ahora. Porque el mundo necesita de una respuesta, necesita de tú respuesta. ¡reza el rosario!

domingo, 18 de octubre de 2009

UN FUNDADOR PRESENTA LA FORMACIÓN COMO PILAR PARA LA MISIÓN DEL LAICO

Entrevista con Luis Fernando Figari, fundador del Sodalitium Christiane Vitae

--Su libro destaca de manera especial el papel del laico en la misión de la Iglesia sin caer en un laicismo exagerado donde se subvalore el papel de la jerarquía de la Iglesia ¿Cómo cree usted que se puede lograr este equilibrio?

--Luis Fernando Figari: La Iglesia está integrada fundamentalmente por clérigos y laicos. Todos son fieles de la Iglesia desde el Bautismo. Al recibir este Sacramento la persona queda sellada en su interioridad e invitada a participar activamente, según su estado de vida, según su vocación, en la misión que Dios le encomienda a la Iglesia.

El fiel laico, ejerciendo su vocación cristiana en el mundo, está destinado por Dios al apostolado, a cooperar para que el mensaje divino de reconciliación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo. Evangelizar y dejarse evangelizar es una responsabilidad ineludible. También cada uno, según su propia condición, está llamado a impregnar y perfeccionar el orden temporal con el espíritu evangélico de justicia, paz, fraternidad, y en todo dar testimonio de su efectiva adhesión a Cristo y avanzar hacia la santidad. El clero, por su parte, tiene su propia identidad y misión que responden a una vocación particular y que están selladas por el Sacramento del Orden que imprime en la persona que lo recibe un carácter específico.

Una eclesiología clara, como la que brota del Concilio Vaticano II, permite comprender que los dos estados fundamentales de los fieles son el clerical y el laical. Sabemos que sacerdotes y laicos se pueden consagrar a Dios de manera canónica. Estos últimos son los que en lenguaje usual son llamados "religiosos", sin que sea éste el lugar de entrar en precisiones técnicas. Dicho todo esto quisiera enfatizar que no debe presentarse una exageración en un sentido u otro, es decir, ni clericalismos ni laicismos. Es cuestión de entender la misión que tiene cada cual en la vida de la Iglesia, misión que es siempre de armonía, de comunión, y en ningún sentido de antagonismo u oposición. Si por desgracia se presentara una situación así, habría que verla como una patología cuya curación viene de una recta eclesiología y de la recuperación de la identidad propia, sea de clérigo, sea de laico. Para que no se debilite tal identidad propia se requiere de un proceso de formación permanente, que cubriendo los diversos estados, se haga concreto en las variadas situaciones de la vida. No creo, pues, que se trate de equilibrios, sino de comunión. Me parece que se trata de conciencia de la propia identidad y estado de vida, de coherencia práctica con esa identidad, de sana teología y de un horizonte de vida que aspire en todo momento a la santidad. Hay que recordar siempre que todos estamos llamados a participar, desde el propio estado, de la misión de la Iglesia.

--En repetidas ocasiones se refiere en su libro a los nuevos movimientos eclesiales, ¿cuáles cree que son los frutos de santidad que desde ya pueden verse en esta nueva realidad eclesial?

--Luis Fernando Figari: Hay frutos de santidad por doquier. Muchas veces ellos permanecen ocultos a los ojos humanos, pero allí están iluminando y dando suave calor en medio del Pueblo de Dios. Todo fiel consciente sabe que está llamado a la santidad. La fe nos lo enseña con claridad. El Concilio Vaticano II se ha encargado de poner de realce la vocación a la santidad que todo bautizado tiene. Todo bautizado está llamado a la perfección de la caridad, en su existencia concreta, en su estado de vida. La vocación común de todos los discípulos del Señor es vocación a la santidad y a la misión de evangelizar el mundo, como señala el Catecismo. Ciertamente los movimientos eclesiales que recogen las orientaciones del Concilio y aspiran a responder a las enseñanzas del Magisterio se convierten en comunidades donde se busca vivir y celebrar la fe en un espíritu de encuentro intenso con el Señor, abriéndose en admiración a la belleza de la verdad que Él es, amándolo, siguiendo su camino, haciendo lo que nos ha dicho e irradiando todo desde una existencia comprometida como una sinfonía luminosa que se esfuerza por vivir la virtud y perfección en el amor, evitando que la gracia que amorosamente derrama Dios en los corazones sea tornada estéril por falta de docilidad a su impulso.

Un tema ya recurrido es que no solamente existe la santidad de lo extraordinario, sino también la de lo común, la santidad de la vida cotidiana. En tal sentido los movimientos eclesiales, por su acento en aspirar a ser comunidades de fe, y por su organización en pequeñas comunidades de fe, ayudan a comprender que la santidad, a la que todos estamos llamados, es resultado de la acogida a la gracia que Dios derrama en los corazones, que se nutre en los sacramentos y la oración, y se forja en la vida cotidiana siguiendo a Jesús, el Verbo Eterno que se encarna en el seno de María Santísima, quien es modelo de toda santidad. Quién podría negar que en los movimientos eclesiales, como en otras realidades de la Iglesia, hay personas que viven intensamente el despliegue bautismal con los dones que Dios va concediendo, viviendo según el amor que viene de Dios y que va conduciéndonos, con la propia cooperación, a la perfección de la caridad que nos dona. En tal sentido, los movimientos eclesiales, ciertamente, están dando un aporte por el que millones de sus miembros, cual pequeñas antorchas alimentadas con el óleo del Espíritu Santo, van recorriendo desde su sencillez el camino de la vida cotidiana contribuyendo a llevar luz y calor a un mundo en donde las tinieblas y el frío amenazan extenderse.

--Menciona en su libro las cuatro rupturas que vive el hombre en su realidad del pecado: con Dios, consigo mismo, con los demás y con la creación. ¿De qué manera puede el hombre, en el seno de los nuevos movimientos eclesiales, vivir la reconciliación en su vida en cada uno de estos cuatro ámbitos?

--Luis Fernando Figari: "Ante todo no diría que la realidad del ser humano es sólo de pecado. También es una realidad de gracia, de crecimiento en la fe, de fidelidad al divino Plan, de hambre de santidad, de deseo de encontrarse con Jesús y alcanzar la plenitud de vida eterna en la Comunión de Amor. Es cierto que en el mundo en que estamos las consecuencias del pecado primero se hacen dolorosamente manifiestas, pero también se muestra maravillándonos el misterio del amor de Dios que sale al encuentro del ser humano en la Encarnación y en el dinamismo ascensional de la Resurrección y la Ascensión, nutriendo la esperanza del viador. Me parece recordar que Péguy evocaba el valor de la esperanza, y aunque la llamaba "niñita de nada", ligándola a la fe y a la caridad, poetizaba que junto a ellas "atravesará la esperanza los mundos llenos de obstáculos". La reconciliación traída por el Señor Jesús ofrece a todos los hombres y mujeres de la Iglesia un concreto sendero de esperanza, un sendero que se abraza a la misericordia divina, a los dones que nos vienen de Dios".

El tema de la reconciliación tiene su origen en la Escritura. En el Nuevo Testamento se encuentra la clave reconciliadora: Jesús. Dios envía al mundo al Reconciliador. San Pablo puede ser considerado el primer exponente de una teología de la reconciliación. El magisterio pontificio refleja esta realidad profunda. En el tiempo actual, que vamos a extender retrospectivamente hasta León XIII, con quien comienza el siglo XX, las referencias a la reconciliación jalonan las enseñanzas de los Papas. Ellas alcanzan una cumbre significativa desde el pontificado de Papa Pablo VI hasta hoy. El Siervo de Dios Juan Pablo II decía en una ocasión que escuchando el grito del hombre y descubriendo la nostalgia de reconciliación con Dios, consigo mismo y con el prójimo, "por gracia e inspiración de Dios" proponía "ese don original de la Iglesia que es la reconciliación". Sus enseñanzas han permitido una importante profundización de la reflexión teológica y pastoral sobre la reconciliación, en especial en América Latina. El Siervo de Dios tomaba una aproximación antropológica fundamental a las relaciones del ser humano, que están aquejadas por la ruptura. Ante esa realidad propuso una clave invalorable para el hombre del hoy al hablar de lo que llamó "cuádruple reconciliación". Para una cultura cargada de fuerzas de ruptura, de secularismo, consumismo, materialismo y otras tendencias de ese tipo que amenazan la misma identidad de la persona humana, la reconciliación tiene la virtualidad de dirigirse al hombre entero. Esto ciertamente facilita el responder a los dones recibidos. El ser humano se descubre llamado a comprometerse desde una fe vivida, desde el encuentro con el Señor Jesús a superar las rupturas que lo hieren y hacen tanto más gravosa su infelicidad. La reconciliación llega cargada de esperanza alentando y ayudando a la persona a reconciliarse con Dios, consigo mismo, con los hermanos humanos y con la creación toda, dándole el sentido que tiene en el divino Plan. Cada uno está invitado a vivir la reconciliación, en la propia vocación, en las características de vida a la que está llamado. Los movimientos, como todas las demás realidades de la Iglesia, son ámbitos para vivir en la realidad concreta, situada, la reconciliación, don de Dios en Cristo Jesús. Los movimientos eclesiales que presenten el mayor acento existencial de la reconciliación ayudarán a sus miembros a mejor vivir estas dimensiones antropológicas fundamentales con su fuerza orientada a sanar las rupturas".

--Usted en sus escritos siempre se refiere a la presencia de Santa María. ¿Cómo descubre que ella alienta y guía la nueva realidad de los movimientos eclesiales, particularmente a la Familia Sodálite?

--Luis Fernando Figari: No es novedad alguna que la Virgen María ilumina las realidades de la vida cristiana, en cuanto perfecta discípula de su Hijo, el Señor Jesús. En un libro que leí al hacer los estudios de teología encontré un pensamiento que me impactó fuertemente, "en María queda manifiesto quién es Cristo". Más adelante me impresionó escuchar a los obispos que se reunieron en Puebla decir que la Iglesia, "se vuelve a María para que el Evangelio se haga más carne, más corazón de América Latina". Son palabras intensas que evocan el Capítulo VIII de la Lumen Gentium. Todo ello como que fue formando una vertiente, y por otro lado con potencia extraordinaria desde un principio de mi peregrinar de fe irrumpieron con fuerza en mi conciencia las palabras de Cristo desde lo alto de la Cruz. Su testamento se me clavó en lo hondo del corazón: "He ahí a tu madre". Precisamente el sendero del amor filial quedaba abierto y su huella imborrable me sellaba profundamente. Es el mismo Cristo quien señala a su Madre y nos la ofrece como Madre. ¿Cómo no avanzar por ese camino de amor que el mismo Reconciliador nos ha señalado? Ni siquiera tuve mucho que pensar y desde entonces ha sido cada vez más fundamental en mi vida de fe el reconocer la dimensión mariana de la vida cristiana. Esta experiencia o alguna semejante ha de ser la de todo hijo e hija de la Iglesia. Su huella en los movimientos, precisamente por ser eclesiales, no puede diluirse ni ocultarse. La Familia Sodálite, nacida en la celebración de la Inmaculada Concepción de María, vive intensamente la piedad filial a la Santísima Virgen. Al acercarnos a María descubrimos que está plena de Jesús. Todo en Ella nos invita a centrarnos en el Señor Jesús".

--El cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, dice en la presentación de su libro que la formación de los cristianos laicos está pasando por un momento neurálgico a causa del influjo del relativismo ¿Cómo cree usted que los movimientos eclesiales pueden ser centros de formación eclesial y de fidelidad a la Verdad y al Magisterio Pontificio para sus miembros?

--Luis Fernando Figari: Hoy se encuentra extendida la escéptica pregunta de Pilato: ¿qué es la verdad? Se ve clara la ironía de la ceguera de quien formula la pregunta y que se encuentra en presencia de la verdad misma, el Señor Jesús. En estos tiempos se cuestiona la posibilidad de acceso a la verdad e incluso la existencia de la verdad misma. En todo ello hay una falta impresionante de realismo. El relativismo y el subjetivismo se van haciendo en muchos un modo habitual de pensamiento. Incluso un sensualismo agresivo coopera en ese proceso destructivo. Pero el ser humano es un buscador de la verdad, es algo que tiene enraizado en su ser. Esto es una característica y una necesidad. El ministerio Petrino reivindica la razón humana, en estos tiempos de irracionalidad y de dimisión de lo humano. En tal sentido los Papas cumplen con recordar que la razón del ser humano está abierta a la búsqueda de la verdad de las cosas de este mundo y a la iluminación de la Verdad sobrenatural que por la fe de la Iglesia sale a su encuentro iluminando su terreno peregrinar. En ello se puede ver que siguen el ejemplo del Señor, quien ante la mentira, el error, el alejamiento de la realidad que descubría, respondía buscando ayudar a que quien lo vivía se descubriera a sí mismo, y avanzara en la búsqueda de la verdad de las cosas, de la realidad. Comprometerse en la búsqueda de la verdad lleva al bautizado a encontrarse con el misterio de la Iglesia, a amar a la Iglesia, a escuchar sus enseñanzas y seguirla cuando señala la ruta para encontrarse con el Señor Jesús. Al recorrer tal rumbo de vida la persona descubre la sinfonía de la verdad, y escuchándola encontrará las palabras del Señor a Pedro y descubrirá la importancia del Magisterio Pontifico para avanzar por esta vida hasta su meta definitiva. Con Pedro y bajo Pedro, acento usualmente intenso en los movimientos eclesiales, se aprende a vivir la dicha de la vida cristiana y a desplegarse según el Plan de Dios, lo que va encaminando a la plena conformación con Cristo. Desde esa experiencia de encuentro y de fe, de amor y fidelidad, se siente la urgencia de compartir la experiencia vivida y el ardor de la evangelización.

--Recientemente se realizó en Lima el I Congreso de Espiritualidad Sodálite. ¿Puede contarnos qué significó esta experiencia para esta familia espiritual?

--Luis Fernando Figari: Efectivamente, hace poco culminó ese impactante evento que fue el I Congreso de Espiritualidad Sodálite que reunió por cinco días a más de mil doscientas personas llegadas a la Arquidiócesis de Lima desde diferentes países. Lo primero que me viene a la mente es que ha sido una inmensa bendición no solamente para la familia espiritual propia sino para la Iglesia. La Familia Sodálite se encuentra hondamente enraizada en la Iglesia y sus integrantes sin duda entienden que los dones recibidos no son solamente para ellos sino que se abren a la Iglesia toda. Ése es precisamente el sentido de los carismas, que no se cierran sobre sí sino que se extienden a todo el Pueblo de Dios para edificación de todos. Han sido días intensos de oración, de reflexión, de admiración, de inmensa gratitud a Dios, dador de todo bien. Ha sido una hermosa oportunidad para profundizar en algunos de los acentos que constituyen la espiritualidad propia en el gran marco de la espiritualidad católica. Las diversas muestras que acompañaron al Congreso, de pintura, de fotografía, de bellas y numerosas esculturas en terracota y alabastro, junto con la música, fueron también ocasión de comprender que el arte católico no sólo no ha desaparecido, sino que desde su vitalidad y creatividad busca reflejar también hoy los misterios de la fe y la belleza de la creación de Dios. Ante tantas bendiciones pienso que todo miembro de la familia espiritual nacida en torno al Sodalitium Christianae Vitae debe elevar una profunda acción de gracias a Dios".

lunes, 21 de septiembre de 2009

La santidad en la vida cotidiana


Hablar de “santidad” en nuestros tiempos causa en muchas personas un impacto tan ajeno a ellos mismos. Es como hablar de una cuestión mítica, irreal o imposible. Mientras que en otros casos, se ve como algo posible, pero no para ellos, sino que, está destinado tan solo para un pequeño grupo de “elegidos”. Algo así como una aristocracia espiritual. Sin embargo, la urgencia de responder a este llamado universal se hace cada vez más palpable, especialmente con el desfavorable avance de la cultura de muerte a costa de la moral.
No es tan solo una cuestión que conlleva al ámbito religioso, sino que trasciende a todos los ámbitos del ser humano que se desarrolla en esta sociedad.

Este mundo que tantas veces lo asociamos al título de “un mundo en crisis” continuará en su estado de crisis y aumentará la inconsciencia frente a la realidad, puesto que el hombre busca las respuestas a esta crisis –que es real- en cuestiones meramente exteriores e intrascendentes, cuando la respuesta a la crisis se encuentra en su interior, en su mismidad.

LA SANTIDAD COMO JUSTICIA SOCIAL
No está de más evidenciar la verdadera necesidad de que el hombre tome consciencia de su vocación a ser santo, puesto que más allá de que no es imposible, está la evidencia de hombres y mujeres cuya santidad irradió un verdadero modelo de persona, cuyo peregrinar en nuestro mundo hizo de la sociedad que lo rodeaba, un lugar mejor.
Apoyándome en este hecho es posible demostrar, no solo que es posible, sino necesario para todo cristiano, para el bien de la sociedad, llegar a ser modelo de humanidad, como Jesucristo.
Ya lo decía el Concilio Vaticano II: “Todos los fieles cristianos, de cualquier condición o estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre”[1]

Citando al Concilio, entramos a un terreno eminentemente cristiano. ¿A qué otro terreno podría apuntar la realización personal del ser humano, sino a la Persona de Jesucristo?

TODOS SON LLAMADOS A LA SANTIDAD…[2]
De esta forma lo afirma el Catecismo. Todo bautizado, por exhortación directa de Dios Padre[3], Hijo[4]y Espíritu Santo[5]es llamado a la santidad, puesto que sólo de esta manera encontrará la plena realización y felicidad.
El modelo de santidad de estos tiempos no es ya, a través de milagros extraordinarios o manifestaciones sobrenaturales, sino más bien a través de la relación íntima y profunda con la Persona de Jesucristo que se refleja a través de las acciones de la vida cotidiana. Acciones que deben irradiar alegría profunda y sentido trascendente. Llenando de esta Luz[6] todos los ambientes en los que se ve inmersa la persona: hogar, trabajo, universidad, escuela, colegio, etc.
Entendiéndonos como hijos de Dios comprendemos que no pudimos haber sido llamados sino a algo grande, trascendente y digno de Quien hace el llamado.
De esta forma, la santidad en la vida cristiana/cotidiana toma el sentido verdadero. Una completa aventura digna de ser vivida con valentía, con garra y con pasión.
No es extraño notar el sin sentido que viven muchas personas al no tener claro el horizonte de sus vidas. Incluso es más notorio en aquellas personas que quieren saber “hacia dónde van”, sin siquiera haberse preguntado “de dónde vienen”.

Jesucristo vino a mostrarnos como ser hombres de verdad, siendo hijos en el Hijo, nacido de Mujer, probada en los dolores.
Una forma concreta de entender el verdadero sentido es aprendiendo de esta Virgen Madre la vivencia de la santidad en la vida cotidiana a través de las virtudes.
La paciencia en las labores de la casa o del trabajo, la fidelidad a la vocación particular, ya sea como esposo/a en las cuestiones del hogar o como religioso en las distintas responsabilidades pastorales, la caridad con aquellos que no son tan buenos con nosotros, en fin, hacer del amor algo concreto en el servicio a los demás.

ENEMIGO ETERNO DE LA SANTIDAD
“Un santo triste es un triste santo”[7]. De esta forma denunciaba santa Teresa de Jesús el daño que causaba en un alma de Dios la tristeza.
La alegría juega un papel fundamental en la vida cristiana, puesto que refleja la veracidad de nuestro encuentro con el Señor Jesús. De esta forma, es imposible anunciar a Jesucristo con tristeza y abatimiento, por lo cual debemos invocar al Espíritu, cuyo fruto es la alegría auténtica y verdadera[8].


[1] Lumen gentium, 11

[2] Catecismo de la Iglesia Católica, 2013

[3] Levítico 19, 2

[4] Mateo 5, 48

[5] Juan 3, 5

[6] Juan 8, 12

[7] Santa Teresa de Jesús, Amiga de Dios

[8] Gálatas 5, 22

martes, 15 de septiembre de 2009

los simbolos religiosos, una expresión de una cultura en el Señor


Hace poco vi un video que capto mucho mi atención porque trataba en especial sobre la profesión de la Fe como una expresión inmersa en la cultura de las personas. El video mencionado es acerca de un alcalde español en cuyo salón de sesiones había en una esquina un crucifijo del cual muchos miembros de su gabinete protestaron alegando que eso significaba atentar a la dignidad de la persona y que iba en contra de las leyes de la constitución española. Lo más interesante fue como este alcalde con pruebas contundentes y sin violar absolutamente ninguna ley derrumbó cada uno de los alegatos de los miembros de su gabinete dejando en claro que no retiraría el crucifijo de la sala.


Comento esto porque me parece un poco fuera de lugar que siendo España un país con una profesión religiosa mayoritariamente católica e históricamente un participante activo e impulsador de la evangelización de tierras americanas existan este tipo de manifestaciones anti-clericales. Y no solo lo comento por este incidente en especifico, sino porque sin darnos cuenta muchas veces en nuestro país o países hermanos también pasan estas cosas. Hace tiempo escuche de un sacerdote que: “nosotros (los sacerdotes) somos la conciencia de aquellos que caminan siempre en dirección al pecado y de los hermanos de otras profesiones religiosas”. Y poniéndome a reflexionar en torno a eso me convenzo cada vez más de que no es solo los sacerdotes, sino más bien que todo católico que vive con fervor y coherencia su fe es la conciencia de todos aquellos que por diversos motivos no lo hacen.


Ahora entrando en el tema yo me pregunto ¿Cómo es que un crucifijo puede atentar a la dignidad humana? Nosotros como católicos sabemos y creemos indudablemente que la cruz es signo del Infinito Amor de Dios para con los hombres y signo de reconciliación con Dios. La Cruz no atenta a la dignidad humana porque no es símbolo de muerte sino de Vida y Vida en abundancia; la Cruz en toda su expresión esclarece la grandeza del fin último del hombre como ser creado por el Amor y para amar y dignifica la realidad humana al punto de reconocer la filiación divina que posee como “hijo en el Hijo”.


En verdad que el hombre como tal, es un forjador de cultura, porque la cultura es todo en cuanto reposa la expresión del hombre, por eso se habla de arte cultural, cultura de música, cultura social, entre otras tantas expresiones. Entonces, siendo que el hombre es un forjador de cultura debe siempre buscar plasmar en toda su actividad aquellas expresiones que reflejan sus anhelos más profundos. Por eso se esclarece el ¿Por qué? De este alcalde español de dejar en la sala de sesiones aquel crucifijo. Porque es más que un simple crucifijo, es expresión de su creencia más profunda, de su anhelo de configuración con el Señor y de sus ansías por trabajar con Él por la construcción de una sociedad cada vez más justa y reconciliada.


El testimonio de este hombre, es un testimonio de fe que acoge al Señor en su corazón y le abre las puertas a todo su actuar en su misión ultima de ser apóstol del Señor y trabajar sin cansancio por la reconciliación. Es un testimonio que ejemplifica cuan necesaria es nuestra profesión de fe como católicos comprometidos con el evangelio que es símbolo universal de paz y amor. Es testimonio que afirma que es necesario y realmente posible trabajar por construir cada vez más una cultura en el Señor.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿Quién soy? y ¿Para qué estoy acá?


Me interesa sobre manera reflexionar ahora sobre estas dos preguntas: ¿Quién soy? y ¿Para qué estoy acá? Porque realmente son preguntas que uno se hace de manera constante e imposible que una persona o no se lo pregunte o no quisiese saber la respuesta.


De verdad y con total razón mencionaba Juan Pablo II que el hombre es un buscador de la verdad y es porque de verdad buscamos sin cesar esa razón, ese ¿por qué? que da sentido pleno a nuestra existencia, nuestra vida. Yo la verdad no sé cuantos han dejado ya de preguntarse estas cosas, cuantos se han sumido en la desesperanza por no saber cómo buscar, por no saber donde, por no tener a alguien que les haya iluminado la mente con estas razones que en verdad solo pueden ser contestadas desde la persona de Jesucristo.


“solo él”, decía el Santo Padre, “solo él conoce lo que hay en el corazón de los hombres, solo él” lamentablemente el mundo cada día nos fuerza a dejar de preguntarnos estas cosas. Es consciente de que al preguntarnos esto descubriremos sin lugar a fallas ese sentido pleno que brota desde nuestro interior gracias a la huella imborrable de Dios en nosotros. Estoy consciente como tú de qué estás en realidad buscando algo que le sentido a tu vida, porque no estás hecho para cosas pequeñas, no estás hecho para las respuestas cortas. Tu naturaleza entera trasciende más allá de tu propio conocimiento y es que ninguna persona en esta tierra puede decir que sabe ser persona pero sí que está luchando por cada día ser realmente persona.


Saber quién eres, saber adónde vas, saber porque existes es fundamental para tu felicidad, ¡no puedes dejar de buscarlo!, ¡no puedes vivir como si no pasara nada! Tú misma naturaleza te hace sensible hacia contigo mismo y hacia con los demás, es algo que te debes preguntar porque debes hallar la respuesta, pues, si no lo haces caes un suicidio, en una muerte en vida que termina por generarte una tremenda infelicidad porque tú estás llamado a responder a tú identidad más profunda, al sentido último de tu existencia.


Tú misión es hallar la razón de tu vida, la misión que tienes acá y ayudar a otros que como tú se preguntan lo mismo a hallar su misión, el fin de sus vidas, que por siempre es algo grande. “Deben plantearse siempre el ideal de los grandes desafíos, de las grandes esperanzas” así decía Mons. Walter Darío Maggi en una de sus homilías y me apoyo en ellos para comentarles ahora la importancia de que se pregunten estas cosas y que a luz de Jesús descubran esa misión que desde siempre les ha sido encomendada. Porque el Señor Jesús que conoce el corazón de los hombres puede responder a las interrogantes más profundas del mismo. Solo el Señor Jesús puede dar sentido pleno a nuestras porque ES la Vida.

lunes, 24 de agosto de 2009

Identidad católica en los jóvenes


«…Habrá un solo rebaño y un solo Pastor»[1]
Actualmente existen más de 38000 sectas protestantes tan solo en Estados Unidos, nacidas en su mayoría a raíz de la separación del ex monje católico Martín Lutero en 1517 quien no estuvo de acuerdo con distintas enseñanzas de la Iglesia, a pesar de haber mantenido luego de dicha separación, la veneración a la Virgen María como Madre de Dios, el culto a las imágenes y muchas otras doctrinas católicas que con el pasar del tiempo y con el aumento de divisiones protestantes se irían perdiendo para ser sustituidos por “nuevas” doctrinas.

La urgencia de que nosotros como católicos estemos bien formados e informados de nuestra Iglesia es algo fundamental, no solo para fundamentar nuestra fe y dar razón de nuestra esperanza como decía san Pedro[2], sino también para que nuestro testimonio sea verdadero.
Hoy, al igual que siempre, la Iglesia necesita de hombres santos que sean fieles y que sigan una vida cristiana coherente, debido a que no existe aquello de que: “Yo acepto a Dios pero no a la Iglesia”… esto es algo inconcebible, debido a que Jesucristo es la Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia
[3], en otras palabras, Jesús y la Iglesia son Un Solo Cuerpo, por tanto no pueden separarse.
A pesar de esto, es común escuchar tantas veces de católicos que creen en Dios pero no asisten a Misa porque no les parece emocionante, no se confiesan por vergüenza o no rezan por falta de tiempo. Éstas y muchas más son el pan de cada día de muchos cristianos que no conocen la riqueza de la Iglesia de Cristo y la importancia de creer en Ella.

Al igual que esto, también es común la ola de proselitismo que se ha desatado a raíz de tantos países que, perdiendo sus raíces que son católicas, le han abierto la puerta al protestantismo. Es urgente entonces como decía el Papa Juan Pablo II, una nueva evangelización para hacer de la fe una fuerza de auténtica libertad[4]

Nosotros los jóvenes como el corazón de la Iglesia somos los primeros que debemos responder a este llamado de ser Testigos de la Luz y anunciar a Jesucristo en primera persona a través de todos los medios posibles, comenzando por buscar formarnos en nuestra fe católica, ganando criterios de Verdad leyendo libros y culturizándonos mucho más para no ser tierra de abono para la manipulación.
No seamos conformistas con lo que nos ofrece el mundo, porque detrás de una alegría pasajera y un amor vacío se esconde la tristeza y la soledad. Hay que atreverse a vivir la verdadera aventura de la vida cristiana que nos impulsa a amar verdaderamente y a experimentar la felicidad que no termina.

Ya Dios a través de su Iglesia ha respondido a las necesidades de este mundo actual desde el Concilio Vaticano II, cuando por el soplo del Espíritu Santo nacieron los movimientos eclesiales que son un camino concreto de fe para seguir una vida cristiana coherente, ya no de espaldas al mundo, sino de frente, siendo fieles al Santo Padre, devotos a la Madre de Dios y portadores de la Esperanza que solo se obtiene en el encuentro verdadero con la Persona de Jesucristo.

Recordemos que somos no espectadores, sino protagonistas de la Nueva Evangelización.[5]

Sería bueno que vean este video: http://www.youtube.com/watch?v=ntwncXj8DTE

[1] Juan 10, 16

[2] 1 Pedro 3, 15

[3] 1 Colosenses 1, 18

[4] Exhortación Apostólica Christifidelis Laici Cap. III, 34

[5] Mensaje del Papa Juan Pablo II a los jóvenes, 1993, 4, 5

sábado, 22 de agosto de 2009

el apostolado y la libertad de la persona

A medida en que uno conoce a mayor profundidad el hermoso misterio que supone conocer a Jesucristo cada vez más, se topa uno con una especie de nostalgia por llevar ese precioso tesoro, esa perla escondida, a las demás personas que por voluntad de Dios se introducen en nuestras vidas.
Esa nostalgia por compartir a Jesucristo, ese clamor que desde lo profundo del corazón se enciende deseoso de llevar a Cristo a las demás personas es lo que humanamente podríamos llamar apostolado.

Todo ser es único e irrepetible pero todos los hombres guardamos en el interior más profundo de nuestro ser una similitud que nos une más allá de un simple lazo de sangre. Todos poseemos indudablemente la huella imborrable de Cristo, cada uno en su mismidad está llamado a responder a un plan en especifico en una vocación particular, a su vez cada persona es libre de responder a esa misión y a esa vocación. Es que fruto de infinito Amor de Dios nos ha llegado la libertad, Dios nos ama tanto que nos respeta, Él respeta nuestra acogida o nuestro rechazo. Esa es la palabra Dios, Cristo, nos respeta.

Dentro de la Iglesia universal se habla siempre de cómo al igual que Cristo hizo debemos salir al encuentro de nuestros hermanos, pero al igual que Cristo hizo significa también respetar a la otra persona, ese respeto que nosotros tenemos que tener no es un freno al apostolado; ese respeto dignifica en sumo a la persona humana porque se basa en el mismo respeto con que Cristo nos respeta. Cada uno es libre de responder a su misión personal y nosotros no podemos forzar a la persona a responder a algo que simplemente no desea.

Claro es pues, que el celo apostólico de quien se ha encontrado con Cristo no se permite a sí mismo el dejar de anunciar a Cristo en la medida máxima de sus posibilidades y capacidades. Pero el buen juicio nos indica que hay que hacer lo que hacer y cómo se debe hacer, nos indica por iluminación de espíritu en recto discernimiento en quien o como debemos obrar para el bien de las Almas y la Gloria de Dios. Si alguien acaso no responde a su vocación, con la pena supone –pues somos conscientes de su condenación si no lo hace- hay que dejarlo ir, porque si lo respetamos, reconocemos que es libre para optar; en tal caso, por lo hay que velar es para que esa persona no incurra en los caminos del maligno, hay que rezar mucho por aquellas personas para que respondan con firmeza y fidelidad.

Actuar con deferencia, es decir, con respeto, repito supone dignificar aún más a la persona pues es tratarla de igual manera en que Cristo nos trata a nosotros. No todos van a convertirse, no todos van salvarse, no todos han de perseverar, nosotros tenemos que hacer lo que nos toca y eso no siempre significa buscar desmedidamente acercar a todos los que nos encontramos a Cristo.

El apostolado se da en irradiar a la otra persona a Cristo y para eso hay que esforzarse día a día por ser otros Cristo, desde nuestra propia realidad laical o clerical. Para esto tenemos por supuesto el testimonio a lo largo de la vida de la Iglesia de los Santos; hombres de Dios que buscaron irradiar a Cristo en primera persona y para realizar milagros no les basto sino con su testimonio de encuentro con Cristo. Dicen que una imagen vale más que mil palabras y es por eso que su testimonio vale Iglesia; vale oro. Hombres valientes que vivieron no solo hablar y predicar sino para actuar, hombres de acción, que buscaban en todo momento, en todo gesto, mostrar un poco de ese Cristo universal. Siempre respetando la libertad de los demás para tomar un poco de ese gran tesoro de cual ellos eran participes.

Recuerdo una lectura de las escrituras que menciona cuando Jesús en una tierra expulsa a dos ferocísimos demonios que asustaban a la población y los tira junto con los cerdos por un barranco y hay algo que me llama la atención pues esa lectura también menciona que los que vieron ese prodigio de Jesús lo rechazaron al ver su poder, lo botaron de sus tierras y –supongo triste- solamente se retiro de allí con sus acompañantes.

Aquí vemos un ejemplo claro de cómo Cristo nos respeta por Amor en nuestro sí y en nuestro no. Y en vez de buscar convencernos de algo, pide perdón por nosotros, ora por nosotros al decir «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Los santos trataron todos los días de parecerse a Cristo y llevarlo así a todo el mundo, sigamos pues el ejemplo de los santos y sigamos a Cristo que es «el Camino, la Verdad y la Vida»

martes, 4 de agosto de 2009

Jóvenes: protegonistas del cambio en el mundo de hoy


Hoy por hoy a todos nos es posible ver en los diferentes países del mundo dictaduras, problemas políticos, económicos, sociales, etc. En las noticias a cada hora aparece una noticia mayormente acerca de algo grave, de algún accidente o alguna pugna de poderes en algún rincón del mundo. Hay gente que muere, que llora, que protesta, que está en guerra, que sufre, entre otros. ¿Qué le está pasando al mundo? ¿Acaso no te das cuenta que hay generaciones que han de venir, que están matando a la sociedad?

Los jóvenes somos los que hemos de vivir y gobernar este planeta de aquí a algunos años más; todos los gobiernos dicen que los jóvenes somos el futuro de las naciones, que la preocupación estatal debe volcarse de lleno hacia nuestra formación intelectual, ya que cada día el mundo en este ámbito exige más y más, pero algo muy contradictorio es cuando se nos consulta por algún cambio en la sociedad y al ver nuestras respuestas que reflejan un anhelo de cambio radical, nos silencian alegando que todavía no somos capaces de decidir cosas tan cruciales y que el cambio social proviene del impulso del estado y no de la sociedad misma.

Tanto tú como yo estamos llamados a tomar la posta del cambio que deseamos, por una sociedad más solidaria y más auténtica en sí misma, donde la guerra no sea una excusa por no saber dialogar, donde la pelea de clases no exista sino mas bien la constante cooperación de las mismas en busca del desarrollo y del bien común. No puedes de ninguna manera ser indiferente con la realidad que te rodea, no puedes elegir ser espectador, recuerda que si no haces tú parte nadie la hará por ti. El grano de arena que pongas en este ideal bien ha de hacer la diferencia. Hay que ser protagonistas.

El cambio no se logra solo con palabras, se necesita también el ejemplo. Debemos ser testimonio, ser fiel reflejo de lo que buscamos, para que así aquel que vea nuestra batalla por un cambio se nos una, para ya no ser uno sino dos y posible más. Nuestro joven corazón pide sin cesar que luchemos por nuestras convicciones, que no se apague ese ardor por luchar por un mundo cada vez más justo, lleno de amor, lleno de Dios. Él nos muestra cómo debemos actuar, como debemos proceder para lograr que nuestra sociedad sea cada vez más acorde con el Plan de Dios, de Amor, de Fraternidad y de Paz.

Debemos ser gestores del cambio para el cual deseamos vivir, tú y yo debemos cargar con las incoherencias de los que nos precedieron y con la ayuda de Dios, que es Amor y que es el Sumo Bien, luchar para que sean buenas para aquellos que han de venir después de nosotros. Nunca con armas, ni guerras, ni peleas sino con Amor, con bondad, con caridad. ¿Sí tú no empiezas ahora a vivir para cambiar el mundo entonces, quien lo hará?

Debes responder a los anhelos de tú corazón y para esto debes acercarte a quién te conoce totalmente, el Señor Jesús, solo Él puede responder a los anhelos más profundos de tú corazón, solo Él puede decirte cuál es el grano de arena que debes aportar a este mundo deseado de un cambio para mejor. ¡Es ahora, es tiempo de cambiar! Y tú mi joven amigo debes ser parte de esta historia, debes ser protagonista de la misma.

viernes, 31 de julio de 2009

En compañia de María


Ya desde los primeros años de la comunidad cristiana, vemos cuan especial es la presencia de la Virgen María en la vida de los apóstoles y los primeros miembros de la comunidad cristiana que más luego conoceremos como la Iglesia católica.


Ya desde antes de la crucifixión de Jesús la reconocían a esta como Madre y de esa manera ha sido durante toda la vida de la Iglesia que peregrina al encuentro con Jesús de la mano de la Madre porque certeras fueron las palabras de Jesús al decir: «Madre, ahí tienes a tú hijo» Él nos la entrega para caminar con ella, vivir con ella ese camino de reconciliación que se nos plantea en el momento de la Cruz.


En nuestros días, hay sectas que desvirtúan la santidad de la Virgen y que han hecho que sea vista su vida solamente como madre de Jesús y no de cada uno de nosotros. De rato a rato me pongo a pensar y me es evidente que el relativismo se ha tomado de esta falsa idea y ha dado paso desde algunos años a que se forme en el mundo un relativismo religioso protestante, pues cada secta que aparece dice saber la verdad (aparente) de quien fue la Virgen María y cual fue y es su rol dentro de la vida de los cristianos de esa época y de esta.


Ahora, yo te pregunto: ¿Qué rol le das a la Madre de Dios en tú vida? En los primeros años del cristianismo los más tarde llamados católicos llegaban a un punto en que la reconocían no solo como Madre de toda la humanidad sino como Santa Madre. Al mismo tiempo que ella les servía acudían a ella para pedirle consejo. Su manera de vivir era mariano-cristocéntrica. Te pregunto ¿Si ellos lo hacían porque tu no?


¿Por qué no acercarte a la Madre? Te aseguro que Ella conoce bien al Señor Jesús, lo tuvo en su vientre, a la vez en que fue educándolo también Ella se educó en las virtudes del Espíritu. Ella desde su corazón y viendo el reflejo de toda su vida nos remite totalmente al Señor Jesús y todo en Jesús nos remite en directo a María; Él nos la regala como Madre tuya y mía y nos invita a aprender ella cuanto necesitamos para en nuestra vida ser justos, ser santos, mejores personas.
La Virgen María es modelo perfecto de aquel que busca con nostalgia llevar una coherencia de vida, de verdadera vida. Ella nos educa en la oración y en el silencio para poder escuchar a Dios y conversar con Él en ese idioma tan personal, tan tuyo y tan de Él que es la Oración.


Veo importante que empieces desde este momento a acercarte a la Virgen, su corazón que libre de pecado guarda infinidad de virtudes que nos acercarán en su vivencia a Cristo Jesús; cuéntale tus problemas, tus alegrías, tus miserias, tus decepciones, ábrele tu corazón a la Virgen María y deja que ella amorosa como es desde siempre obre en ti e interceda por tus intenciones ante Dios. El camino de la Reconciliación que como cristiano debes seguir debe darse siempre «Por Cristo a María y por María más plenamente al Señor Jesús» nunca lo olvides y ponte en marcha de hacer de la Virgen verdaderamente tu Madre especialísima.

jueves, 9 de julio de 2009

Crisis de valores - crisis familiar y religiosa

Hoy en día en este, nuestro mundo contemporáneo, los valores son algo que se han perdido, se han convertido en algo casi inaccesible; ya sea, por el consumismo, el humanismo capitalista, la globalización, entre otras. Han hecho de los valores algo relativo.
Hoy en día el sujeto se ve como un target; algo que hay que dominar, nada vale por si mismo sino por la utilidad que representa frente a algo, es un probable competidor.
Los valores son aquellos que determinan nuestro comportamiento ante cualquier situación en nuestra vida; los valores son las herramientas más útiles para la plena realización del ser humano. Han sido los medios de comunicación y la sociedad misma los que se han encargado de hacer desaparecer la validez de los valores puesto que dentro de su plan globalizante los valores y la ética son un freno.

Es imposible decir que una crisis de valores está desligada de una crisis familiar, puesto que la familia es el núcleo de la sociedad y el primer agente transmisor de la moral del ser humano; es de la familia donde uno recibe la primera formación acerca de sus comportamientos iniciales, los fundamentos éticos que deben gobernar a la persona a través de su vida; es ahí donde transcurren los primeros procesos de socialización.

Los jóvenes y el ser humano en general infieren los valores de su entorno; especialmente de su entorno familiar. Por lo tanto, una familia con falta de valores, cultiva hijos con falta de valores; los cuales si se forjan así en gran mayoría veremos cómo se da plenamente la crisis de valores en la sociedad, transformándola en fría, superficial, desinteresada y enmascarada; aturdida entre prisas y ruidos.

Aquí en la sociedad, actualmente se mezclan los valores con los anti-valores; cada uno buscando responder al anhelo de felicidad plena del hombre. Por lo tanto, es imposible también decir que la crisis de valores está desligada de una profunda crisis religiosa, pues mientras la una habla de relativismo, la otra habla de absolutismo. No podría ser de otra manera pues los medios de comunicación nos infunden un sinfín de valores aparentes que se introducen en los hogares logrando así lo que se podría llamar un secularismo de valores y es por esto que se hace imperante y precisa la interiorización, la reflexión, la responsable toma de decisiones, el respeto y la cultivación de los verdaderos valores; aquellos sujetos a su norma y la praxis de la misma que debe ser en esencia siempre la misma; estos son los verdaderos valores, los que se adaptan más no cambian.

Esto es lo que se debe buscar vivir, valores que desde siempre han tenido un trasfondo religioso, lo vemos desde el inicio de las primeras comunidades cristianas y desde los inicios de las naciones independientes. Valores que nos llevan a través del Amor al prójimo más cerca de Dios y de nuestros hermanos humanos.

lunes, 29 de junio de 2009

El hombre frente al amor verdadero


El verdadero y profundo anhelo del hombre a un amor verdadero, es más que una cuestión que expone criterios cristianos. Nos introducimos a algo que va incluso más allá de la antropología y la sicología. Estamos frente a la enorme puerta sellada de la naturaleza y esencia del hombre.

Es innegable la búsqueda de un amor desinteresado, pero a la vez es constante la frustración al toparse con las propias limitaciones de no poder entregar más que un amor no solo interesado sino egoísta. Cuestión que se hace invivible para los que tienen consciencia de ello, puesto que para los que no la tienen, simplemente viven en una escotosis continua que no les permite ver el círculo vicioso en el que caminan.

Viviendo una amistad desde un ámbito no cristiano, en otras palabras no verdadera, nos topamos con el mismo anhelo profundo de ese incesante “querer más” de la otra persona, y experimentarse realizado en ese “darle más” a esa persona, no dejándose claro a sí mismo cuál es la razón por la cual no experimenta ninguno de los dos estados a plenitud, aún teniendo la intención.
Puesto que, dentro de las amistades frívolas hay en el fondo un verdadero anhelo de amar, la mayoría de veces por no decir todas, se llega a ese punto máximo de frustración en el que se deja de creer en un amor verdadero y sincero. Optando sin sentido, por el frío hueco de la soledad debido a un sinnúmero de malas experiencias de “no ser correspondido” en la medida en que se buscaba o se esperaba, distorsionando en todo su sentido al amor verdadero, reduciéndolo a tan solo un medio de satisfacción personal.

La carrera sin fin, la carrera equivocada
La vida sin Dios hace del amor verdadero una utopía, puesto que la vida se vuelve una carrera sin fin, desalentadora y completamente pasajera.
Explicándolo de manera gráfica, sería como aquellos perros galgos de carreras, a los cuales se les enseña a correr detrás del conejo de metal, del cual el perro está completamente convencido de que es un conejo real.
Muy pocas veces ocurre que dentro de estas carreras, un perro logra atrapar el conejo de metal, y lo que sigue es un cuadro deprimente, puesto que la mandíbula del animal se quiebra y sangra.
Esta experiencia es completamente manipulable con la del hombre, puesto que ambos viven engañados de una falsa meta y de un falso sentido de la vida.

De esta forma se vive el amor en el mundo. Como aquello que es accesorio y en muchos casos imperceptible o no primordial, debido a una insensibilidad parcial que disminuye aún más la capacidad de amar. Haciendo de la triste historia del “amor utópico” algo casi real y perceptible.

El amor pasa entonces a reducirse a un “sentimiento” indescriptible y abstracto que se resume en meras emociones pasajeras que desembocan en pasiones desordenadas, creándole al hombre más rupturas de las que puede tolerar por su estado actual de prescindir de Dios.
De este desfavorable estado se hacen presente un sinfín de complejos que no son perceptibles por la propia persona debido a la falta de consciencia de Dios, y por ende de sí mismo como ser creado para amar y ser amado, ser creado para el encuentro.

El miedo al Amor
El miedo a sufrir se traduce en el miedo a amar, puesto que el concepto verdadero del Amor se resume en aquello de Nuestro Señor, al decir que “no hay mayor amor que aquél que da la vida por sus amigos”.
Estamos ya no frente a un amor rosa que tiende a ser sentimentalista y netamente emotivo, sino frente a un amor que sufre en cuanto más ama y ama en cuanto más sufre.
Un sufrimiento cargado de un sentido profundísimo que solo puede ser entendido a medida en que se conoce al Amor encarnado, el Amor hecho persona que es Jesucristo, poseedor de la Comunión perfecta de la Santísima Trinidad.

viernes, 26 de junio de 2009

Apostolado en el Ciberespacio

La tecnología ha tomado un rol imprescindible en nuestras sociedades hoy en día. Ya no se mandan cartas, ahora todo es por E-mail, se fomenta el copy-paste desde que Google expandió sus horizontes en la web, ahora más barato que el celular esta usar el Messenger y por último entre tantas cosas más se forman sociedades de amigos virtuales en lugares como facebook o Hi5.

De esta manera podríamos decir que abusamos bastante de este recurso de nuestros tiempos ¿no crees? El ciberespacio es un Don de Dios, un regalo que nos ha dado gracias al avance de la ciencia y el conocimiento y está para ser usado para llegar a todos los rincones de la tierra con esa Buena Nueva, ese mensaje de esperanza que proviene del Padre en la persona de Nuestro Señor Jesús. En las últimas décadas la creación de blogs de personas individuales que comparten con toda la web diversas opiniones, reflexiones, experiencias y multiplicidad de cosas más, han crecido en gran cantidad. Se demuestra de esta manera la necesidad de las personas de compartir, de hacer lazos de amistad, la necesidad de transmitir algo. La pregunta es: ¿Qué transmites tú por este espacio que Dios te ha regalado? ¿Aprovechas este espacio para compartir con los demás temas de verdadero interés o simplemente pasas el tiempo conectado al Messenger o jugando en el facebook malgastando el tiempo en meras conversaciones de cómo te ves en la fiesta, o del chico o chica que te gustan y entre tantas otras conversaciones que cuando te das cuenta te dejan con una sensación de vacío?

El uso no es lo que está mal, lo que está mal es el abuso, el pasar más de la mitad del tiempo libre en vagancia cibernética. Bien podríamos aprovechar parte de ese tiempo para leer, investigar, compartir, conversar y hacer muchas cosas más transmitiendo ese alegría, esa esperanza, esa amistad, esa fraternidad que proviene de ese encuentro personal que tienes con el Señor Jesús.
No me refiero a que de manera alguna a crees un blog y empieces a publicar reflexiones, o a empezar a mandar cadenas de mails cristianas. A lo que me refiero es a empezar a aprovechar el ciberespacio; espacio de apostolado donde se puede y se debe compartir y transmitir al Señor Jesús que por intercesión de la Virgen María nos enseña a usar estas herramientas; estos Dones que Dios nos da confiadamente para transmitir a aquellos que igual que tú y yo necesitan de su Amor, de su paz, de su confianza, de su esperanza, de su Alegría, etc.

Qué bueno sería que más aplicaciones, páginas webs, blogs y demás cosas que se nos facilitan con el internet puedan ser puestas para el beneficio del pueblo de Dios que lo conformamos tú y yo y el mundo entero, que increíble sería incrementar en gran número todas estas iniciativas de transmitir a Dios para que al igual que tú otros se puedan encontrar con Él, que es Camino, Verdad y Vida para las almas.

miércoles, 24 de junio de 2009

¿Qué es el Amor?


Ahora se ve mucho en la televisión esas telenovelas que solo hablan de Amor, jóvenes que se enamoran de alguna chica o viceversa y la primera palabra que sale de sus bocas es “Te Amo”, vemos que ahora la gente se atrae más por su físico que por su personalidad, relaciones vía internet, relaciones idolatras que sí uno no está con la persona que quiere no puede vivir; que si alguien me quisiera de verdad obtendría todo lo que quiero, y una infinidad de maneras más de amar. Habría que entender un poco más profundamente todo lo que engloba el Amor.


Ahora algo es algo muy común en los jóvenes ver síntomas de un Amor rosa, egocéntrico, facilista, entre otros. Uno pensaría sin mucho esfuerzo que es algo que no cuesta vivir; una experiencia linda para pasar el momento, que es algo que si me cuesta lo dejo a un lado para no esforzarme tanto. Ahora ya no es la persona que se adecua a amar sino que es el amor quien se adecua a la persona casi como un complemento más que se puede tener, como una camiseta que si no me acomoda bien me la saco.


Nos han vendido tristemente con el pasar de los años una visión del amor totalmente falseada, un concepto errado en el cual es más importante mi propia felicidad, que yo me sienta bien; donde el amor es poder conocer al chico perfecto o chica perfecta y poder vivir feliz para siempre y no es así.


El Amor es algo notorio en la total entrega de uno mismo a otra persona y ¿Cómo suponer que esto es algo que no nos va a costar? Si este paso del YO al NOSOTROS es algo que verdaderamente nos exige demostrarnos transparentes, con nuestras falencias y nuestros dones; con todo nuestro ser hacia la otra persona. Apuesto que les ha pasado que cuando quieren a alguien están tranquilos, felices y cuando se pelean por cualquier razón con esa persona están tristes, necesitan saber que esa relación que se lleva se mantiene en pie, amando y es que el amor es algo que llevas dentro del corazón, como una huella impresa que no se borra; el amor es fundamental, lo necesitas para ser plenamente feliz porque estás hecho para Amar; algo en tu interior te impulsa a hacerlo, a vivir la caridad así sea con tu novia o novio o con tus amigos o amigas o con las personas necesitadas también. Queda claro que el verdadero sentido del Amor es la entrega desinteresada hacia todas las personas que te rodean. Los elogios, los consuelos, los favores que muchas veces cuestan, la actitud alegre, comprensiva, entre tantos otros ejemplos más; son gestos caritativos, gestos de Amor.


Sería entonces bueno poner nuestros ojos en la Virgen María, Ella es ejemplo claro de una persona que vivió toda su vida amando a los demás; como si la vida de los demás fuera su vida misma. Ella vivió una inmensidad de momentos de alegría y también de dolor, su personalidad reflejaba eso. En diversos pasajes de las Escrituras podemos comprobar cómo de la Virgen brotaban gestos de Amor, de infinita caridad, no solo con Jesús sino con todos los hombres y mujeres que con ella vivieron. Ella es Madre maestra, nos educa en la vivencia del amor ya sea con nuestra novia o novio, con nuestros amigos o amigas, con nuestros padres, etc. Pidámosle entonces sin cansancio que nos ayude a amar, que nos enseñe con su instrucción maternal a vivir el amor en todos los momentos de nuestra vida.

jueves, 11 de junio de 2009

La alegría en la vida cristiana


La alegría y su papel fundamental en la vida cristiana
La vida cristiana y la alegría son dos realidades íntimamente unidas.
San Pablo en su carta a los Gálatas es bastante firme al decir que “el fruto del Espíritu es la alegría”[1]. Sin embargo, esta alegría debe ser personalizada y adherida a la mismidad del hombre, haciendo de ella una cualidad de la vida cotidiana.

La alegría verdaderamente refleja a Jesucristo, y es verdaderamente el arma letal del cristiano. Puesto que con ella se aleja al demonio y sus amarguras, hace frente al mundo que es contrario a una alegría sobria y verdadera y en cierta forma más importante aún, refleja de manera completamente clara la experiencia interior de haberse encontrado con la Persona de Jesucristo, que es el Autor de toda alegría.
Siguiendo ésta carta de San Pablo a los Gálatas, no es solamente que la alegría es el fruto del Espíritu, sino que, es ésta necesaria para combatir las pasiones y apetitos desordenados[2].
Justamente por esto, la exhortación de San Pablo es a vivir según el Espíritu.

Dentro de los distintos papeles que juega la alegría en la vida cristiana, tenemos como fundamental la apertura que le da al espíritu todo, para poder darse a los demás de una manera más pura y sencilla, debido a que la alegría desecha inmediatamente todo fruto de cualquier complejo del hombre, no con ello queriendo decir que lo hace desaparecer, puesto que eso sería una pseudo-alegría que nos llevaría a una fuga constante de la realidad.

Vivir la fe con tristeza y abatimiento
Quien vive su fe con tristeza y abatimiento, no ha comprendido el núcleo del mensaje del Señor Jesús[3]. Y es que, más allá de demostrar una falta de interiorización en el Misterio de las virtudes, evoca un posible daño que sabiamente advertía San Ignacio de Loyola al decir que “el demonio es el eternamente triste”[4].
Evoca un daño digo, debido a que siendo él el eternamente triste, la tristeza denota su presencia, puesto que sin irnos a un plano escrupuloso, debemos también profundizar en las realidad sobrenatural que vivimos constantemente como cristianos en la batalla espiritual.

Más allá de una inmediata molestia, que es la amargura, debemos centrarnos en el carácter difusivo de esta tristeza o abatimiento, que sin esperarlo mucho tiempo, va comunicando su estado a cuanto ser posa su mirada, generando no ya un ambiente de comunión, sino que una barrera para que se dé el mismo. Dando pie incluso a las conversaciones ásperas y el desgano por todo aquello que se considere espiritual.

En cuanto al apostolado, un anuncio apagado y triste, reflejado en actos, gestos e incluso en el hablar, no solo que se hace notar, sino que, desvirtúa por completo la esencia del mensaje cristiano transmitiendo ya no al Señor Jesús, sino la propia incoherencia de no vivir lo que se profesa, o -en casos en que el pecado se ve más enraizado por la fragilidad de la persona- que no se profese lo que se viva, que sería en cuestión una tristeza de otro grado.

Una alegría que nada ni nadie puede arrebatar
De esa manera lo manifiesta el Apóstol Juan[5], para referirse a la alegría que nos trae el Salvador a nuestras vidas, no ya como criaturas de Dios, sino como hijos en el Hijo.
Y es que verdaderamente es falsa la alegría de quien se aparta de Dios[6], porque ya no encuentra su fundamento en Dios, sino que intenta encontrar su razón en sucedáneos o peor aún en el mismo hombre.

De manera concreta una de las mejores formas de aprovechar y atesorar esta alegría para así vivirla es sin duda el volver a las raíces del hermoso árbol de la conversión.
El no vivir esta alegría nos hace necesarias las preguntas fundamentales como lo son:
¿por qué opté por esta vida? ¿Por qué quiero ser santo? ¿Por qué es ésta la verdadera vida?
Preguntas que pueden y deben tocar las fibras del corazón hasta encontrar la única Verdad que nos hace lo que somos, hijos de Dios.
Habiendo experimentado este encuentro verdadero –que sin duda puede experimentarse cada día- abre las puertas a ésta alegría verdadera que no puede ser arrebatada por nadie ni nada, puesto que es una alegría Divina que es concedida a aquellos que con humildad la reciben como el don que es[7].

María, la primera en experimentar la alegría de la vida cristiana
Siguiendo esta línea de ser hijos en el Hijo es necesario profundizar en el saludo dirigido por el Ángel a la Virgen de Nazaret: “Alégrate, llena de gracia…”[8]
Una alegría que traspasa todo sentir humano, puesto que está cargada de Dios, convirtiendo así esta alegría en una alegría mesiánica.
De esto goza la primera cristiana de este mundo, la Virgen Madre.
Sin duda éste saludo no solo confirma que la alegría es un don de Dios, sino que, reafirma la veracidad de ésta misma alegría frente a los placeres efímeros del mundo.

Cargada toda Ella, de ésta alegría mesiánica, va presurosa al encuentro con su prima Isabel, portando al Verbo Encarnado en el Primer Sagrario que es su vientre.
Es justamente éste “salir al encuentro”, el que debemos imitar de la Madre. Fijándonos cuidadosamente en las maravillas que obra esta alegría recibida de manos del Ángel de Dios en la Anunciación-Encarnación.
Nosotros que fuimos concebidos bajo el influjo del mismo Espíritu[9] y reconciliados –además- con el Padre, por el Hijo que nos dio a la Virgen como Madre[10], debemos ser antorchas vivas del Evangelio que habiendo profundizado este “salir al encuentro”, podamos anunciar en primera persona la alegría de la vida cristiana, la alegría del Señor Jesús.
Teniendo en cuenta que el contexto bajo el cual se dio la escena entre María y su prima Isabel no fue otro que, el darse cuenta de la necesidad de su prima, de ver al Mesías y hacerla participar de esa misma alegría de la que Ella estaba llena.

De esta misma forma, nosotros debemos hacer participar a los demás de ésta alegría, de una forma encarnada y personalizante, para así seguir el ejemplo de tantos que han dado su vida por ésta Alegría, y convertirnos así en “apóstoles de la alegría”.


[1] Gálatas 5, 22

[2] Gálatas 5, 17

[3] CHD 22

[4] Reglas para el discernimiento de los espíritus. Pág. 29

[5] Juan 16, 22

[6] Proverbios 14, 12-13

[7] Salmos 4, 8

[8] Lucas 1, 28

[9] Lucas 1, 35

[10] Juan 19, 26