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Testigos de la Luz

lunes, 23 de agosto de 2010

Obediencia camino de libertad



«La obediencia al bien ayuda a ser  libres, como la verdad» Así nos habla Don Luis Fernando Figari sobre lo que es la obediencia. Un tema que según he escuchado está muy en boga que es el debate interminable que hay entre libertad y opresión.
Mucho se piensa a veces de que la obediencia es una imposición que limita a la persona truncando su dignidad hasta hacerla un objeto manejable. Hay otros que en la posición contraria indican que la obediencia es la fuente de la verdadera libertad de la persona en orden a su más plena realización. ¿Dónde pues habría de terminar este debate entre la una postura o la otra? A veces  reflexionando sobre el tema me pongo a pensar que sin lugar a dudas el ser obediente no te quita tu libertad ya que tu libertad supone alejarte de todo aquello que te esclaviza. Es ahí donde entramos en consonancia con la frase de Don Luis Fernando. La obediencia es el camino, el método más preciso para vivir en fidelidad al bien y a la verdad, ya que me ayuda a vivir más plenamente ese despoje de las ataduras personales que aprisionan mi interior en todo aquello que no es libertad, es decir, todo aquello malo que me aleja de mi persona, de mi interioridad más profunda y  personal.
El Santo Padre Benedicto XVI nos dice que «la libertad nace cuando el “yo” se entrega al “tú” porque entonces asume «la forma de Dios»». Entonces con esto en mente podemos decir que la obediencia en efecto si nos hace libres.  Porque significa esa libertad, ese señorío personal que se adquiere al abandonarse confiado en ese “tú” que ante nosotros hace como si fuera el mismo Dios quien nos pide en ese acto de abandono a la vez un acto confiado de Amor. Puede ser que tengamos que realizar actos difíciles, que no nos guste lo que se nos plantea. Pero «ciertamente –nos dice Su Santidad- no hemos sido hechos para el gusto-disgusto o la comodidad».
La obediencia no puede ser solamente entendida como un mero dejar de hacer sin razones ni justificaciones, la obediencia debe tomada en su totalidad conceptual en el marco de la fe como aquel medio, aquella fuerza que nos permite desplegarnos totalmente en ese orden que se llama el Plan de Dios. La obediencia han de ser las alas de águila que poseemos para volar alto a la libertad de del alma, han de ser los ojos que buscan Amar como María en la Alegría-dolor, han de ser las manos de todo cristiano llamado a ser «artesano de la reconciliación».
Hace mucho me comento una persona que la obediencia es como la médula espinal de la vida, es lo central de toda persona, aquello que le permite realizarse en su totalidad. De esta manera es como Don Luis Fernando nos dice también que «la obediencia auténtica es un camino que lleva a la felicidad».

miércoles, 4 de agosto de 2010

¿Relaciones plásticas?


Navegando en el internet encontré hace poco una imagen de esas que suelen impactar sobre lo que es la razón natural de las cosas. Encontré una persona que le tomo una foto a una conversación suya a través del muy conocido blackberry Messenger. Lo que me llevo a cuestionarme mucho sobre cuán arraigada esta la superficialidad en nuestras relaciones hoy. Las comunicaciones entre personas son cada día más faltas de sentido, de peso, de profundidad. ¿Acaso será todo una fuga de la realidad? ¿Acaso será el ansia comunicativa lo que lleva a decir cualquier cosa por tener que tan solo decir algo?

Los jóvenes por los que tanto apostamos hoy para que sean el futuro de las naciones adolecen de un mal tan profundo que no podemos darnos cuenta con facilidad. La globalización con el falaz ideal de la unidad cada día más se nos escapa de las manos. Es cierto que hemos logrado con el avance tecnológico estar a microsegundos de distancia unos de otros, pero nuestras relaciones interpersonales ciertamente ahora, más que antes, están situadas a kilómetros de distancia.

Me sorprende como esta persona se denigra a si misma diciendo «parezco imbécil cangándome de risa» es decir, primero; se llama “imbécil” que según el diccionario se refiere a que «adolece de razón». Entonces se califica como tonto por el simple hecho de reírse. Luego utiliza el adjetivo “cagandome de risa” queriendo expresar de que su risa es muy intensa, es decir, se rie mucho. Interesante no? Pues no! Esta conversación es simplemente el ejemplo de lo vacuo y falto de sentido de las relaciones interpersonales de los jóvenes de hoy. “el futuro de la patria”.

En las relaciones de hoy, funciona mucho la diplomacia, lo exterior, aquello que no compromete y aquello que no hace daño a nadie. Soy fiel testigo de que la gente no deja de ver su interior, se conoce y reacciona pero no permiten que otros los vean. En el hoy de nuestras sociedades las personas –aunque ciertamente no lo son- parecen grandes islas solitarias e inhabitadas en medio de un gigantesco mar.

El political correctness y pensiero débole que no pocos autores denuncian como de los peores males que adolecen nuestras sociedades, sobreabundan en las muy diversas expresiones que usamos hoy en día. El miedo a lo que pueda pasar si soy realmente yo y no otro domina e impulsa a muchos a vivir en la oscuridad de sus propias coordenadas de pensamiento. La Fuga del propio interior; no querer reconocer como valioso o corregible lo que hay en cada uno, es el punto de partida para que los pensamientos se vean asesinados por las palabras y expresiones sin sentido que se reflejan con muchas de las palabras que escuchamos hoy en día.

Esto es en definitiva por lo que también hay luchar en este mundo de hoy que lo deja todo en el aire. A medida en que vallamos reconociendo la verdad sobre nosotros mismos y nuestro propósito en este mundo, podremos entrar en una dinámica expresiva que permitirá a nuestro lenguaje expresar de manera real y autentica nuestras vivencias y pensamientos y así empezar a vivir la plena reconciliación que solo nos puede venir por Jesucristo –Según Luis Fernando Figari- maestro en la comunicación y también siguiendo así mismo las enseñanzas de San Pablo «lo que saldrá de nuestra boca será para edificación de nuestros hermanos» y la creación toda.

martes, 3 de agosto de 2010

Bien ¿aburrido? mal ¿divertido?


Siempre se piensa que una persona que no experimenta lo malo, aunque sea en una cantidad muy reducida, es una persona limitada, aburrida, en fin. Un miedoso que no vive a plenitud.
Pero entonces, cabe preguntarnos. ¿para el ser humano de hoy que es plenitud?. Acaso será desafiar las barreras y los limites de lo bueno y lo malo. Acaso será un vivir al extremo de la vida. ¿seré un hombre plenamente yo si vivo haciendo lo que quiero, lo que me da la gana aún con la conciencia del daño real que me hace a mi mismo y a los demás?

Hace poco que vengo escuchando repetidas veces por parte de la famosa empresa chocolatera Snickers un slogan que me parece sugestivamente alusivo a este tema. Después de sus comerciales “al extremo” te conquistan con su taquillera frase “¡comete el mundo!” defendiendo y a la vez promoviendo esta falsa plenitud humana. Podríamos también atrevernos a decir que promueve de una manera muy sutil la idea del hombre-dios o también superhombre del filosofo Nietsche. Entonces ¿tengo que optar por el mal para inclinarme luego a lo largo a optar por el Bien?
Pues eso es un rotundo ¡NO!

Ser verdaderamente coherente con mi interior no me puede llevar a optar por el mal. Yo opto por el mal porque soy libre totalmente de hacerlo y por consecuencia para actuar con libertad tengo que haber tenido un previo conocimiento de lo que estoy haciendo o estoy por hacer. En ti o en mi nada es “porque si”. “nosotros -nos dice el Papa Benedicto XVI- no somos una consecuencia sin sentido, sino el fruto de un pensamiento de Dios perfectamente hilado y pensado”. En todas las manifestaciones de nuestro ser. Tanto externas como las más internas totalmente reales y dinámicas vemos que este esta hecho y se orienta al Bien. Entonces, ser coherente conmigo mismo debe llevarme a vivir a plenitud ese bien al que tiendo por inercia en lo más profundo de mi. A esa busqueda real y fascinante de la Verdad, el Bien y la Belleza.

El dinamismo del amor de una persona que vive en la intimidad con Dios le impide encerrarse en el egocentrismo de buscar ser amada y no amar, pues el Amor siembra semillas en el corazón para que de este broten abundantes flores. Ademas al no ser Dios una persona lejana, ni aburrida, ni autoritaria, etc. la persona que vive con Él y en Él no calza en ninguno de los calificativos mencionados anteriormente. Mas bien busca ser con Él y en Él otro Cristo. Una persona acogedora, jovial, transparente, solidaria, seria, alegre, etc. que rechaza lo malo venciendolo con su capacidad y su firmeza en el Amor.

La plenitud humana, entonces como tal, es vivir en total coherencia con tu propio interior, siendo Bien viviendo ese Bien que esta en ser con Cristo y en Él otro Cristo en medio del mundo porque -como nos enseña el concilio vaticano II- “solo Cristo le muestra al hombre como ser verdaderamente (plenamente) hombre”.

domingo, 1 de agosto de 2010

consideraciones sobre el Ángelus


Para los que amamos el anuncio del Ángel a nuestra Santísima Madre María vemos en el Ángelus resumido en frases concretas el pasaje completo de la anunciación donde se revela a través del “Fiat” de María el misterio mismo de la encarnación del Señor Jesús en el vientre inmaculado de la siempre Virgen.

La frase “he aquí la sierva del Señor HÁGASE en mi tú palabra” nos da a conocer la humildad con la que María abaja su dignidad hasta el punto de reconocerse sierva del Plan de Dios, llamada a vivir de lleno la Voluntad del Padre. Vemos como habiendo meditado las palabras del Ángel Gabriel en su interior María confía plenamente en los Designios de Dios y se ve desde ya llamada a vivir esa maternidad universal. A lo largo de su vida “la sierva del Señor” hace palpable su vocación desde el cuidado del Señor Jesús cuando niño hasta el cuidado de las primeras civilizaciones cristianas.
Camino al Gólgota antes del Encuentro de la Madre con Jesús –según la Pasión de Cristo del actor y productor Mel Gibson- se encuentra ésta a lado de Juan y con una convicción impresionante este la reconoce como madre, y solo a través de su mirada se forma un dialogo especialísimo donde María refleja el inmenso dolor que siente y Juan buscando sanar su dolor busca conforte abrazado bajo el manto de la Virgen; esto es claro ejemplo de que María en ningún momento dejó de cumplir su vocación, sino que más bien la intensifica.

María se vuelve pues en auxilio eterno de los pecadores y de los dolidos actuando así conforme a su vocación de eterna madre; es por esto que para alcanzar la pureza del alma y una vida santa debemos siempre acudir a nuestra Madre pues ella al igual que la Santa Madre Iglesia es Maestra de Virtudes pues María Sobreabundante de Gracia y limpia de todo pecado es también pura y llena de las virtudes que la mantienen en esa comunión vivificante con Cristo a la cual todos aspiramos llegar.
Al decir “el Verbo se hizo Carne y habito entre nosotros” se encuentra revelado el gran misterio de la Encarnación; cuando el Padre por puro amor, nos manda a su Único Hijo para salvarnos de las garras del Maligno. Es claro como el nuevo Adán, es decir, el Señor Jesús sella con su nacimiento y su muerte la Nueva Alianza del amor. Aquella por la cual todos nosotros somos salvos.

El Cordero Inmaculado se torna entonces en plena Esperanza para nosotros que -abatidos de tanto pecado y sumidos en las tinieblas del mundo de hoy- desde lo lejos ve esta brillante luz en la que se vuelve Cristo al venir al mundo y ve en su callado un lugar de santo descanso donde la paz y el amor reinan por sobre todas las cosas. Con la venida de Jesús al mundo se abre un horizonte de Esperanza donde se puede claramente sentir el amor infinito que tiene el Padre por todos nosotros sus Hijos.

Él se transforma en el modelo perfecto a imitar, pues el es la personificación del Padre porque además de su misión salvadora el Señor Jesús viene a demostrarnos esa imagen y semejanza que nublada por el pecado se había vuelto una imagen borrosa, casi desvanecida. Con la venida del Señor Jesús al mundo se abre pues ante la mirada del hombre un horizonte de reconciliación; de perdón, donde el ser humano empieza desde ya a batallar con el demonio y su hombre viejo para poder ir peregrinando al encuentro del Salvador y llegar finalmente a alcanzar como María esa comunión vivificante con Dios que el corazón tanto anhela.