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Testigos de la Luz

jueves, 17 de junio de 2010

Rumbo a Sudáfrica 2010


Rumbo al mundial de Sudáfrica 2010 me parece algo interesante reflexionar sobre el fútbol y tratar de comprender así sea a breves rasgos si se puede su relación con nuestra vida cristiana. Me cuestiona ver cómo es que este deporte que mueve masas, es tan cercano a la realidad de nuestras vidas y de cómo así de emocionante como es envuelve nuestras vidas en una real aventura de esfuerzo y conquista.

Sin lugar a dudas podemos decir que tanto la Fe como el deporte exigen sacrificios, renuncias de un bien para alcanzar un bien mayor, exigen ambas pasión, entrega, ardor, etc. Y es que la meta final es campeonar, ganar. Ningún hincha del fútbol espera menos. Por experiencia personal conozco que el típico modelo de un niño es ser futbolista en primera instancia, esto es algo que nos debe llevar a cuestionarnos ¿Por qué es una realidad inmersa en nuestras vidas? ¿Qué cualidades nos exige para que nos apele tanto?

El fútbol; deporte de millones, talento de pocos. Así le llaman algunos dentro y fuera de los estadios. Semanalmente miles de hinchas se congregan en dichos complejos esperando sentir la pasión, la euforia y demás sensaciones que se despiertan en nosotros como gigantes dormidos levantados al rugido de una pateada de balón. Pero hay más en estos hombres que simple diversión. En ellos al profundizar vemos dedicación, amor, ardor, esfuerzo, dolor. Realmente aunque no lo pensemos son reales atletas y nos llaman tanto la atención pues nosotros también estamos llamados a la gloria, llamados a ser verdaderos atletas, campeones; en definitiva desde siempre hemos sido llamados a ser cada uno “El atleta de Dios”

Leyendo un escrito encontré una alocución del papa Juan Pablo II a deportistas antes del mundial de Italia 90’: «Os están mirando los deportistas de todo el mundo. ¡Sed conscientes de vuestra responsabilidad! No sólo el campeón en el estadio; también el hombre con toda su persona ha de convertirse en un modelo para millones de jóvenes que tienen necesidad de líderes y no de ídolos. Tienen necesidad de hombres que sepan comunicarles el gusto de lo arduo, el sentido de la disciplina, el valor de la honradez y la alegría del altruismo. Vuestro testimonio, coherente y generoso, puede impulsarles a afrontar los problemas de la vida con igual empeño y entusiasmo».

El ejemplo y modelo de aquellos buenos deportistas -realmente hombres, formados y decididos por su ideal más profundo- es y debe ser siempre el aliciente que nos ayude a recordar lo divertido, sagaz, arduo y aventurero de nuestras vidas. Ellos nos demuestran que vale la pena pelear siempre hasta el final, su entrega al deporte nos muestra cómo ha de ser nuestra entrega en las labores cotidianas. En suma el verdadero futbolista es el punto de referencia y el modelo educacional de las futuras generaciones, recordaba así mismo el Papa Juan Pablo II.

Ante la fiebre que ha despertado en todos nosotros este mundial, no podemos dejar de lado las características siempre rescatables de esta actividad de sano esparcimiento, ellas nos han de ayudar a tomar la posta de nuestras vidas y empezar a sentir (como en los estadios vibrantes) la pasión, la alegría, y el ardor de vivir con plena dedicación la fascinante aventura de la vida cristiana.

lunes, 14 de junio de 2010

Un mundo de opciones

El siglo XXI es un siglo de opciones. En nuestros días –como antes- la toma de decisiones tiene una fuerza que por los vaivenes del mundo se ha debilitado cada vez más, dice pues la canción de un grupo de rock –anunciando con fuerza las propuestas del mundo sobre esto- “no todo es blanco o negro; todo depende del matiz. Mira y aprende a distinguir […] todo puede ser gris”. La frase para la gente que los escucha no es relevante, la melodía que la acompaña la disfraza y la hace hasta cierto punto atrayente, pero lo que realmente anuncia aquella frase es el preludio de lo que hoy conocemos como las bases de una sociedad relativista. Otra canción también secunda este pensamiento diciéndole al mundo “todo depende”.

El mundo nos vende la idea de las verdades multiformes. Para los criterios de la gente ya nada es absoluto; ni siquiera la afirmación en sí misma lo cual indudablemente es una desfachatez y una burla a la lógica humana. El subjetivismo que reina en nuestra sociedad del hoy y del mañana hace de las teorías y de las especulaciones un criterio de validez infalible y de la filosofía la madre ideal. Incluso sabiendo que la gente de hoy tiene pereza de pensar y desarrollar.

El famoso pensador Guillermo de Ockam -podríamos llamarle- “el padre del relativismo moderno” en su búsqueda de una respuesta a las verdades del hombre, según los criterios del mundo, plantea una forma de pensar individual y ante este panorama –según el mundo- la Iglesia es un ente controlador; una hipótesis más de la mente del ser humano que trata de explicar al ser humano. Dice «algo anticuado que al no vivir según el hombre que progresa poco a poco se va a deteriorar», falsa afirmación para el católico que cree en lo que el mismo Jesús nos ha prometido «las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella».

Pero siempre hay que tomar opciones; buenas o malas, en nuestra búsqueda de la felicidad al contrario de lo que el mundo plantea siempre debemos optar por algo. Siempre lo estamos haciendo, aún muchas veces sin darnos cuenta. Para llegar a donde queremos, a donde ansiamos; las decisiones son fundamentales. El que no opta es como un camarón que se duerme y la corriente se lo lleva y lo aleja de su destino –si es que no lo mata en el trayecto- pero el que opta es como un rompe olas de piedra donde por más que la corriente sea fuerte este permanece firme; la corriente no lo lleva.

El Papa Benedicto XVI nos dice que «creer vuelve a ser la sal de la tierra que hiere y sana a la vez; es la llamada que reclama una toma de postura» y es que el mundo de hoy nos exige una respuesta y es tiempo. ¡Debes optar! Es el Señor quien te dice hoy personalmente « ¿Tú también te irás?». Tu corazón que clama por respuestas, tu hambre por lo que nunca se acabe, por la eterna felicidad te grita desde dentro “¡Opta por Él; Verdad, Bien y Belleza totales!”

martes, 8 de junio de 2010

El mundo en el que vivimos


El mundo en que vivimos ciertamente es un mundo que está en crisis. Las reiteradas manifestaciones de dolor, maldad, indiferencia, relativismo, entre otras cosas nos lo confirman. También se confirma el hecho de que en su fragilidad el hombre por sí mismo se destruye. Guerras, homicidios, aborto, eutanasia y aún más; todo esto alimentado por los deseos desordenados del propio hombre del poder, el placer y el tener.

La crisis del mundo no es crisis en sí misma; ajena a la realidad humana sino que más bien está inserta en la realidad del hombre porque es fruto de su propia crisis y la respuesta al porque de la crisis, radica entonces en el propio hombre que con su pecado alimenta el mal en el mundo.

¡Este mundo en que vivimos no puede ser así!, no… yo escojo rebelarme al hecho de que el mundo no puede cambiar, yo escojo rebelarme con mi vida al hecho de que ya nada se puede hacer. Es verdad, el mundo sí está mal; está realmente mal pero yo sí puedo cambiarlo, yo sí puedo hacer la diferencia. ¡El horizonte no puede ser tan corto, tiene que haber más, no puede acabar todo ahí! en el mal.

Siento en mi corazón que hay un respuesta a todo esto, una salida. Siento en mí realmente un anhelo por lo infinito; un afán de conquista. ¡Si yo cambio por supuesto que el mundo puede cambiar! ¡La esperanza es eterna e infinita! Yo no me conformo, yo escojo la guerra. Guerra a este mundo que se hunde en sus miserias al no querer ver el sol que lo ilumina. Yo sí elijo ver ese sol y alcanzarlo, luchar por cambiar el mundo. ¡yo escojo dar mi vida en esta batalla y luchar –aún cuando no tenga fuerzas, este viejo, enfermo o cansado- hasta el final!

Yo no quiero descansar, no quiero hacerlo hasta ver a este mundo despertar; hasta verlo renacer de sus cenizas, hasta verlo realmente empezar a cambiar. Pero ese soy yo… y tú, ¿te conformas?, ¿te parece normal?, ¿no te revela? Entonces ¿tú qué vas a hacer? ¿Qué estás dispuesto a dar?, ¿hasta dónde quieres llegar?