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Testigos de la Luz

domingo, 10 de julio de 2011

¿Existe la esperanza? ¿Qué es?...

Muchas veces nos encontramos con gente que sufre, con personas que sin decirlo cargan consigo dolores y penas sin buscar remedio o alivio para sus corazones. Encontramos en ellos un profundo dolor que da paso a la pérdida del sentido, una angustia existencial que ha llevado a no pocos hombres y mujeres de hoy a sufrir las consecuencias de un mundo donde el sufrimiento carece de horizonte y de una esperanza. En un mundo donde los sufrimientos son para el ser humano una carga sin sentido.  Cabe que nos preguntemos ¿Qué es la esperanza? ¿Existe verdaderamente?

La experiencia humana alrededor de los siglos de la historia afirma por si sola que para que exista el dolor y el sufrimiento debe haber una esperanza; una esperanza que nazca del corazón humano, de sus anhelos y deseos más profundos y reales. Vemos esto en el caso por ejemplo del pueblo de Israel que esperaban ser liberados del régimen de Egipto, la esperanza de María que creyó en las promesas de Cristo, mas actualmente también la esperanza que mantenía el pueblo judío por superar el horror del nacional socialismo en Alemania, en fin. Constatamos verdaderamente la presencia de la esperanza a lo largo de la historia de la humanidad porque la esperanza forma parte del ser del hombre. El Ser humano es un ser que espera.

En un famoso libro que se titula “corazón” de Edmundo de Amicis, hay un pequeño relato que de manera sencilla describe el altísimo valor de la esperanza y la profundidad que tiene en la vida de los hombres: «-una madre a su hijo- Cuando yo muera, cuando muera tu padre, cuando mueras tú, volveremos a vernos, en un mundo sin pecado, sin llanto, sin muerte. Porque después de esto ello nos espera y (hay que tener en ello la esperanza)…proponte cada día ser mejor que el día anterior y pide a Dios que te de fuerzas para llevar a cabo tus buenos propósitos.» Este singular relato de una madre a su hijo nos describe aquella fuerza de la esperanza para el hombre.

La esperanza pues no es un mero consuelo ante la idea del dolor y del sufrimiento que diariamente experimentamos, la fuerza de la esperanza dice San Buenaventura «exige de nosotros un esfuerzo radical; requiere que todos nuestros miembros se conviertan en movimiento…para llegar a la verdadera altura de nuestro ser a las promesas de Dios»[1] la esperanza es movimiento. Movimiento no por una acción concreta de la persona, sino más bien, por ese pasar de un estado a otro; ese pasar de lo temporal a lo eterno, un pasar de vernos sellados a lo meramente humano a vernos invadidos, sorprendidos por la vida Divina en la persona de Cristo que ha venido a reconciliarnos.

Nos dice su S.S. Benedicto XVI sobre la esperanza que «Ésta atrae al futuro dentro del presente, de modo que el futuro ya no es el puro “todavía-no”. El hecho de que este futuro exista cambia el presente»[2]


[1] San Buenaventura en “Orar”, recopilación de textos de S.S. Benedicto XVI, la esperanza; 46.1, pg. 31, Edit. Planeta, Colombia.
[2] Orar”, recopilación de textos de S.S. Benedicto XVI, la esperanza; 48.1, pg. 33, Edit. Planeta, Colombia.

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