¿Por qué hoy en día hablamos de cultura? ¿Qué es en realidad
para el hombre de nuestros tiempos la cultura? Para algunos es una palabra vaga
que usan muchos que se autodefinen pensadores para poder tener algo que decir.
Pero hay algo más de fondo en todo esto. Hoy surge un renovado interés por el
hombre y su entorno; sobre la razón de su existencia. ¿Acaso la cultura es
siempre nueva, acaso hay que constantemente reinventarla para situarla en los
contextos actuales?
Muchos hoy hablan de cultura, aportan definiciones,
aproximaciones y conocimientos sobre el tema. Pero ¿qué es la cultura? Hoy por
hoy aparecen por doquier distintas interpretaciones y discursos elaborados
sobre diversos aspectos de la cultura buscando situar al hombre desde lo temporal.
Conceptos como cultura tecnológica, cultura espacial, cultura light, neo
cultura; en fin, un centenar de conceptos que dejan al hombre en una sola
perspectiva de su situación en el tiempo actual, definiciones que no le
permiten comprender del todo en qué momento está viviendo o hacia dónde va,
conceptos que muchas veces pierden de vista al hombre por ver solamente lo
circunstancial.
El período de la ilustración aborda la problemática cultural
como un plus añadido, adyacente al hombre y que se desarrolla en la medida en
que progresa en conjunto con la interacción humana[1]. Desde
esta perspectiva se ve a la cultura como un accesorio para hombre y en la
mentalidad utilitarista de nuestros días no es de extrañar que este dominando
en muchos casos la conciencia actual. La cultura es en sí
misma expresión del hombre, «la cultura es un modo específico del existir y del
ser del hombre»[2]
nos decía el Papa viajero. Ahí, justamente donde está el hombre puede haber
cultura y no puede existir la cultura si no se toma en consideración al hombre.
Ahí encontramos el sustento de la verdadera cultura; donde se considera al
hombre en todas sus dimensiones y de manera integral puede existir una correcta
reflexión en torno a la cultura. No es difícil constatar como en nuestros días
en más de una ocasión es el mismo hombre quien se deja de lado, se abstrae para
reflexionar como espectador y no como protagonista. El utilitarismo muchas
veces ha hecho que el hombre vea todo desde fuera y ya no contemple su ser,
como si el fuese un agente más de la casualidad del mundo.
El hombre no está en crisis porque su cultura este en
crisis, al contrario, la dinámica es completamente al revés –sin menos valorar
el hecho de que una cultura en crisis puede influenciar en el hombre y su
desarrollo agudizando aún más los efectos reductivos y destructores de su
crisis personal-. En un ser humano que esté en crisis no puede haber una recta
plasmación de cultura, porque el ser de ese hombre; de esos hombres, esta como
averiado, dañado.
La persona hoy ha relegado a la verdad como una búsqueda sin
sentido y se ha situado a sí mismo en una dimensión en donde solo busca
satisfacer sus deseos egoístas, por ende la cultura –expresión del hombre- ha
dejado de lado la búsqueda de la verdad y se ha precipitado en un proceso de
crisis cultural en el sinsentido del nihilismo. Ante esta perspectiva de la situación humana y cultural, el
evangelio ha sabido iluminar las reflexiones sobre la cultura y la cultura en
sí misma. «Su dinámica evangelizadora busca al hombre en su entorno y no la
estructura o el entorno por sí mismo»[3] el Card.
Poupard nos explica como «el evangelio […] utiliza las expresiones culturales
como vínculo para manifestarse»[4] y como
es verdaderamente también una manera de hacer cultura completamente inherente
al ser humano puesto que abarca en sí «todas las formas de relación del hombre
con la realidad: el mundo, los demás hombres y Dios.»[5]
Atender al hombre desde su ser más profundo, es el camino
para poder aproximarnos desde una recta visión a las consideraciones sobre la
cultura y en las Sagradas Escrituras vemos al hombre desde lo que es y está
llamado a ser y a hacer en medio del mundo. Es en Jesucristo que se revela al
hombre que es el hombre y la grandeza a la que desde tiempos eternos ha estado
llamado[6]. En
Cristo podemos verdaderamente entender cómo abordar desde una visión cristiana
los desafíos antropológicos y sociales de nuestra época.
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«La comprensión de la cultura debe educarnos en humanidad;
concretamente, cuál es el lugar apropiado que corresponde al hombre en el
mundo, para responder a la búsqueda de bienestar y felicidad»[9]. Así,
pues, la reflexión en torno al hombre debe llevar a redescubrir de manera
siempre nueva los valores fundamentales del hombre y las particularidades de su
ser, para poder expresar de manera correcta en medio del mundo un cultura del
amor, de la solidaridad; una cultura de la vida y de la reconciliación que
lleven al ser humano a la verdadera plenitud de su existencia en tanto pueda
ser cada vez más aquello que debe ser en orden a como fue creado por Dios.
[1] Ver
García Q. Alfredo. Evangelización de la cultura y desarrollo, Pg. 4, Vida y
Espiritualidad nº27, Lima, 1992.
[2] S.S.
Juan Pablo II, Discurso a la UNESCO, París, junio de 1980, 7.
[3] García
Q. Alfredo. Evangelización de la cultura y desarrollo, Pg. 4, Vida y
Espiritualidad nº27, Lima, 1992.
[4] Ver
Poupard Card. Paul, “Evangelio y cultura en los umbrales del tercer milenio”
Conferencia pronunciada en la Universidad “La Sapienza”, Roma, mayo de 1998.
También en Vida y Espiritualidad nº43, Pg. 13. Lima, 1998.
[5] Poupard
Card. Paul, “Evangelio y cultura en los umbrales del tercer milenio”
Conferencia pronunciada en la Universidad “La Sapienza”, Roma, mayo de 1998.
También en Vida y Espiritualidad nº43, Pg. 10. Lima, 1998.
[6] Ver GS,
22.
[7] Ver
Gramsci. Invasión a la cultura, Editoriales Libertad, España, 1935.
[8] Ver Evangelii nuntiandi, 25. Ver también Poupard
Card. Paul, “Evangelio y cultura en los umbrales del tercer milenio”
Conferencia pronunciada en la Universidad “La Sapienza”, Roma, mayo de 1998.
También en Vida y Espiritualidad nº43, Pg. 17. Lima, 1998.
[9] Cardenal Joseph Ratzinger,
Christ, Faith & Challenge of Cultures, Conferencia, Hong Kong, marzo de
1993.
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