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Testigos de la Luz

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lunes, 6 de febrero de 2012

Celibato - invitación y respuesta


El tema del celibato, es un tema que realmente cuestiona bastante. Cuestiona el origen de la capacidad de esa renuncia a lo que para el mundo es algo muy normal; el tener una familia. Pensar en darle toda tu vida a Dios, es algo que ciertamente te cambia la manera de pensar y de vivir. Ahora hay que tomar una decisión radical.
« ¿Será bueno el celibato para mí? ¿Sería capaz de vivir el celibato durante toda mi vida?»[1] Si bien es cierto hay luces abundantes para discernir una posible vocación, en especial ahora, en la juventud, pero no por eso faltan los momentos de pequeñas crisis.

Si, es cierto que existe la visión de que para ser sacerdote o consagrado había que renunciar a que me gusten las chicas para siempre y que tenía que encerrarme en una parroquia o en algún monasterio en medio del bosque. El tiempo, la formación y la conversión , dejarse tocar por ese extraño ideal de vivir la vida como Cristo en comunidad; ahí es cuando el tema del celibato deja de ser una renuncia oscurantista y en esos términos antinatural, porque no me van a dejar de gustar las chicas y porque ser consagrado no va a ser encerrarme en una parroquia o comunidad, etc.

Siguiendo la línea misma del Santo padre, el celibato no es una renuncia, es una opción por la plenitud personal de la vida, es una respuesta a esa respuesta de Dios que me ofrece vivir plenamente disponible para el Amor. Luego, el celibato, no me quita mi libertad. Al ser una opción que Dios me da, optar por él, con Amor, es una opción por la más grande libertad que se pueda experimentar, la libertad del amor. El celibato no es arrebatarme de mi naturalidad para estar en el Amor de Dios, más bien, es una donación amorosa que responde a esa invitación al amor universal. No es algo que viene con el combo de la vida consagrada, que si “esto” entonces “esto”. Todo es cuestión de Fe, «contemplar la fe como la única fuerza en la vida»[2].  Solo en el abandono total en la fe como María y por amor a ese Plan que Dios me ofrece puedo entender el celibato y su dinámica testimonial de mostrar al mundo el Reino de los Cielos para su edificación en la tierra.

El celibato, no es un mero instrumento funcional en el despliegue amoroso de la persona. El celibato más bien es la columna, la fuente de la vida del consagrado. El celibato por el reino es la señal ante el mundo y ante Dios de la medida del Amor por la que ha optado la persona. Este (el celibato) configura todo su ser (el de la persona) en función de ese amor participativo del infinito amor de Cristo.
El celibato no es algo accesorio ni parte del kit. Nutrido del amor que mueve a la persona a ese estado de vida «representa una especial configuración con el estilo de vida del propio Cristo»[3]

Para mi vivir el celibato, es vivir como el Señor Jesús que fue indudablemente célibe. Es optar como Él por el más grande amor; el Amor que viene de Dios. Para mí el celibato no te hace menos hombre como no pocas veces escucho, en cambio, creo que te hace más hombre, no por ser “un bacán que se las aguanta todas” sino porque te da una capacidad de amar que desafía a la mente humana, que la rebasa por largo. Un amor que va más allá de lo mero carnal, que penetra al fondo del corazón y saca a la luz la santa dignidad de la vida humana. Un amor que da total sentido a las necesidades de la persona de amar y ser amadas y valorarse y ser valoradas.

Entonces, el celibato es una opción amorosa por un amor más grande, es intima unión con Dios. Mediante el celibato, muestra y «testimonia la incondicionalidad del amor que impulsa a perder la propia vida como respuesta a la sobreabundancia de amor del Señor que nos ‘primereó’ dando su vida por nosotros» [4]

Ser célibe es tan posible como lo es ser santo hoy. Aunque sea difícil no tengo dudas de ello, es más si me fuera fácil habría que preocuparse por entender su verdadero sentido en la vida de cada uno. No es ser célibe porque me pueda aguantar las ganas de que me guste una chica por el ideal de seguir más de cerca a Cristo. Opto por el celibato porque el Amor que siento dentro de mí que arde por amar infinitamente me impulsa a optar por ese celibato por el Reino, por ese celibato por el mundo, porque el mundo sí necesita de hombres que se entreguen a Dios porque hubo un Dios que así mismo se entrego por los hombres.


[1] Orar, Benedicto XVI, pg. 77. , ediciones planeta testimonio.
[2] Orar, Benedicto XVI, pg. 309. , ediciones planeta testimonio.
[3] Orar, Benedicto XVI, pg. 77. , ediciones planeta testimonio.
[4] Bergoglio Card. Jorge, Homilía del 11 de Agosto, Buenos Aires, Argentina.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Los días en que la tierra tembló - la JMJ de Madrid 2011


Aunque puede ser que el título de este artículo suene mucho a varios que circulan a diario en la prensa sensacionalista-amarillista. El motivo no es describir una nota parecida, pero si causar impresión y destello. Y es que no es para menos el título si nos ponemos a reflexionar en lo que ha sido la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid este pasado mes de Agosto. Es de eso que hablaremos hoy en este artículo. Del mundo y su reacción ante la JMJ2011.

A la fuerza de la famosa barra –hoy internacionalizada- “Los jóvenes del Papa” millones de jóvenes se congregaron en el país de los reyes católicos para darse cita a este gran evento. La expectativa cautivo miles de corazones de todas las edades de hombres y mujeres de más de 169 países y la realidad ciertamente atrajo a muchos más.  Son estos los jóvenes que hicieron que el mundo tiemble por un día.  Tiemble ante las protestas de un estado aconfesional como el de zapatero, tiemble ante los reclamos económicos, tiemble ante las formulaciones de guerras en los países de oriente, tiemble ante la opinión pública sobre ellos mismos, tiemble ante los ateos, ante los agnósticos, judíos, protestantes, etc., tiemble ante los conservadores, tiemble ante los liberales, ante los gobiernos, las naciones; en fin, los jóvenes «que han aguantado los rayos y la lluvia» –dijo el Santo Padre agradeciéndoles por su alegría y resistencia[1]- son los que con su atenta escucha, su silencio reverente, su profunda oración y sus desbordante alegría  han hecho al mundo temblar por su fuerza, su tenacidad y su esperanza.

«La Jornada Mundial de la Juventud 2011 ha dejado en Madrid alrededor de 160 millones de euros. Según Arturo Fernández, presidente de la Cámara de Comercio de Madrid y de la Confederación de Empresarios de Madrid (CEIM), esa sería la cifra de ganancias que la visita de Benedicto XVI ha dejado en la capital de España, se han amasado 39 millones sólo en comida, la ocupación hotelera ha crecido un 30% respecto al mismo mes el año anterior y se habría rozado el 70%, números difíciles de ver en agosto en Madrid, Metro de Madrid calcula que se han venidos unos 600.000 bonos especiales para los peregrinos. De estos, 400.000 habría sido títulos de tres días y 200.000, de siete días. Aun está por contabilizar el aumento de usuarios, que en algunos días podría haber sido de hasta el 200%.»[2] Estás cifras podrían asustar a cualquiera, y ciertamente para los analistas financieros hay de chorro tablas que lo verifican y que demuestran la veracidad de las mismas; solo habría que buscar un poco.  

España, que ha sido un país que esta hasta el cuello con la deuda publica a la Unión Europea, no solo que se ha levantado económicamente –ciertamente eso es lo de menos- sino que que hoy en día "estas jornadas no han dejado insensible a nadie, la cercanía del Papa conmovió el corazón de una incontable multitud de jóvenes de la iglesia". Dijo el Cardenal Rouco Varela  a la cadena española Cope. También opina sobre esto el recién nombrado obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza, diciendo que «la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 (JMJ), dejó una impronta decidida de nueva evangelización y la confirmación de que los jóvenes no se conforman con las respuestas vacías que la sociedad le quiere dar a sus legítimas inquietudes.» son estos jóvenes mismos los que hoy han levantado y se han vinculado a incalculables iniciativas pastorales y privadas para la defensa de la vida, lucha contra la eutanasia, pastoral juvenil, educación católica –en colegios y universidades-,  involucración en las parroquias y grupos de oración.  Son estos mismos jóvenes que “descubriendo su vocación en la Iglesia y en la sociedad”  revelan números enormes de parejas que a raíz de la JMJ se han casado por la Iglesia alrededor del mundo, otros que discerniendo su vocación han hecho promesas en institutos de vida consagrada, otros que han ingresado a seminarios, monasterios, etc. No se han pronunciado cifras oficiales todavía del número, pero las estimaciones ascienden a miles.

Dijo Su Santidad que «España es una gran Nación que, en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica. Lo ha manifestado una vez más en estos días, al desplegar su capacidad técnica y humana en una empresa de tanta trascendencia y de tanto futuro, como es el facilitar que la juventud hunda sus raíces en Jesucristo, el Salvador.»[3]  Y así mismo ha dicho a los jóvenes de esta JMJ2011: «Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo…Queridos amigos, que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra.» [4]


[1] Benedicto XVI - Vigilia de Oración en Cuatro Vientos
[2] Romero Manuel en Periódico electrónico “la voz libre”; ver en: http://www.lavozlibre.com/noticias/ampliar/311963/jmj-2011-la-visita-de-benedicto-xvi-deja-160-millones-de-euros-en-madrid
[3] Discurso de Benedicto XVI en su despedida en el aeropuerto de Barajas
[4] Discurso del Papa Benedicto XVI en la Vigilia de Cuatro Vientos