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Testigos de la Luz

domingo, 1 de agosto de 2010

consideraciones sobre el Ángelus


Para los que amamos el anuncio del Ángel a nuestra Santísima Madre María vemos en el Ángelus resumido en frases concretas el pasaje completo de la anunciación donde se revela a través del “Fiat” de María el misterio mismo de la encarnación del Señor Jesús en el vientre inmaculado de la siempre Virgen.

La frase “he aquí la sierva del Señor HÁGASE en mi tú palabra” nos da a conocer la humildad con la que María abaja su dignidad hasta el punto de reconocerse sierva del Plan de Dios, llamada a vivir de lleno la Voluntad del Padre. Vemos como habiendo meditado las palabras del Ángel Gabriel en su interior María confía plenamente en los Designios de Dios y se ve desde ya llamada a vivir esa maternidad universal. A lo largo de su vida “la sierva del Señor” hace palpable su vocación desde el cuidado del Señor Jesús cuando niño hasta el cuidado de las primeras civilizaciones cristianas.
Camino al Gólgota antes del Encuentro de la Madre con Jesús –según la Pasión de Cristo del actor y productor Mel Gibson- se encuentra ésta a lado de Juan y con una convicción impresionante este la reconoce como madre, y solo a través de su mirada se forma un dialogo especialísimo donde María refleja el inmenso dolor que siente y Juan buscando sanar su dolor busca conforte abrazado bajo el manto de la Virgen; esto es claro ejemplo de que María en ningún momento dejó de cumplir su vocación, sino que más bien la intensifica.

María se vuelve pues en auxilio eterno de los pecadores y de los dolidos actuando así conforme a su vocación de eterna madre; es por esto que para alcanzar la pureza del alma y una vida santa debemos siempre acudir a nuestra Madre pues ella al igual que la Santa Madre Iglesia es Maestra de Virtudes pues María Sobreabundante de Gracia y limpia de todo pecado es también pura y llena de las virtudes que la mantienen en esa comunión vivificante con Cristo a la cual todos aspiramos llegar.
Al decir “el Verbo se hizo Carne y habito entre nosotros” se encuentra revelado el gran misterio de la Encarnación; cuando el Padre por puro amor, nos manda a su Único Hijo para salvarnos de las garras del Maligno. Es claro como el nuevo Adán, es decir, el Señor Jesús sella con su nacimiento y su muerte la Nueva Alianza del amor. Aquella por la cual todos nosotros somos salvos.

El Cordero Inmaculado se torna entonces en plena Esperanza para nosotros que -abatidos de tanto pecado y sumidos en las tinieblas del mundo de hoy- desde lo lejos ve esta brillante luz en la que se vuelve Cristo al venir al mundo y ve en su callado un lugar de santo descanso donde la paz y el amor reinan por sobre todas las cosas. Con la venida de Jesús al mundo se abre un horizonte de Esperanza donde se puede claramente sentir el amor infinito que tiene el Padre por todos nosotros sus Hijos.

Él se transforma en el modelo perfecto a imitar, pues el es la personificación del Padre porque además de su misión salvadora el Señor Jesús viene a demostrarnos esa imagen y semejanza que nublada por el pecado se había vuelto una imagen borrosa, casi desvanecida. Con la venida del Señor Jesús al mundo se abre pues ante la mirada del hombre un horizonte de reconciliación; de perdón, donde el ser humano empieza desde ya a batallar con el demonio y su hombre viejo para poder ir peregrinando al encuentro del Salvador y llegar finalmente a alcanzar como María esa comunión vivificante con Dios que el corazón tanto anhela.

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