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Testigos de la Luz

martes, 5 de abril de 2011

El agnosticismo funcional

También hoy se encuentra un fenómeno sumamente negativo que se llama agnosticismo funcional. El agnóstico es una persona que ni cree, ni no cree, es un indiferente. Algunas veces tiene unos pseudo argumentos y otras veces ni eso tiene. El agnóstico no afirma ni niega la existencia de Dios. Está en su pedestal muy encima de la realidad de Dios a la que considera un asunto que no le atañe. Se mantiene al margen, neutro. Es, si, distinto del ateo que sí niega la existencia de Dios.
De esa indiferencia ha surgido lo que se llama el agnosticismo funcional, que pone a Dios entre paréntesis, marginándolo de la vida cotidiana. Es un fenómeno que extrae su modelo de las llamadas ciencias exactas y lo extrapola a la realidad vital del ser humano.
                                                                                                                                                    
Como consecuencia de este agnosticismo funcional se vive como si Dios no existiese. Son los cristianos no practicantes, son los católicos separados, son las personas que se acuerdan de Dios cuando por alguna razón se les hace necesario, una enfermedad grave propia o de un ser querido, la cercanía de la muerte o cualquier otro problema de esa naturaleza, pero que el resto del tiempo viven como si Dios no existiera.  ¡Lo han puesto entre paréntesis en sus existencias! Así, se van construyendo vidas, estructuras y sociedades sin referencia a Dios. La indiferencia es una forma de fuga, de huída de Dios. Resulta que Dios no les parece cómodo, les parece muy exigente, que lo que pide la iglesia es mucho.- ¡Qué bueno que sea experta en humanidad, pero en realidad yo soy más experto!- parecen decirse. Bajo esas subjetividades y moviéndose en la superficialidad más extrema de la existencia optan por el fácil recurso de encerrar a Dios y todo lo que Dios implica entre paréntesis.

Este fenómeno está mucho más ampliamente difundido de lo que uno pudiera pensar. Muchas veces las personas solo siguen las corrientes. Como seres inertes se dejan llevar por esas corrientes y modas. No se detienen a pensar, no se detienen a profundizar, están bombardeados por ese alud informático que viene a través de tantos medios y lo esencial se les escapa. Cuando se detienen un poco, muchas veces se asustan de lo que están haciendo, y en un clima de absurdos como el que se vive hoy no dudan en aferrarse a la irracionalidad de abrazarse  aquello que saben que no tiene valor, y vuelven a sumergirse en el agnosticismo funcional. Es un trágico fenómeno de todos los días. Quizás sea la más triste y amenazante situación contra la fe el día de hoy. Cabría decir que es una falta grave contra la fe.

Mientras más expuesta está la persona a la praxis del agnosticismo funcional, más se acostumbra a ella. El pensamiento débil y el political correctness, que son dos gigantescas falacias relacionales, les empiezan a parecer “lo adecuado”. Eso potencia aún más el agnosticismo funcional del cual la persona ya es víctima, y el comodismo que lo acompaña. Una vez más los fenómenos de la tibieza y de acedia espiritual aparecen como las verdaderas realidades que están detrás de este agnosticismo funcional.

Luis Fernando Figari R.
 extractos de "El modelo de san José ante los desafíos del tercer milenio"

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