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Testigos de la Luz

viernes, 22 de mayo de 2009

Las Sagradas Escrituras y el hombre actual


Introducción, basada en el Evangelio de san Mateo

Jesucristo en carne propia y por propia voluntad, experimenta el dinamismo de la tentación, a la vez que el demonio demuestra toda su maldad eterna y su espíritu lleno de odio que se dispersa en las tres direcciones. Hacia Dios, hacia él mismo y hacia la Creación toda.

Comenzando por el escenario en el que se desarrolla esta situación bíblica[1] que es completamente fundamental para entender la estrategia del enemigo, a la vez que la correcta forma de enfrentarlo.
Jesucristo había ayunado ya cuarenta días, cuando el Espíritu Santo lo condujo hasta éste desierto para ser tentado por el diablo.
De la misma forma que fue tentado Adán en el Génesis de la historia, debía ser tentado el Hijo de Dios, como el Nuevo Adán que nos daría la libertad.

Jesús responde a cada una de las tentaciones de una forma tan cortante y precisa que rápidamente aclara la nulidad de un diálogo. Sin embargo es inevitable ver la sabiduría con la que el demonio cita las Sagradas Escrituras, sin duda, con seguridad e intención malsana.

Las Sagradas Escrituras en el combate espiritual

Muchas veces se comete pues, el error de entrar a un “diálogo” con el tentador. Algo que sin duda termina siempre de mala manera, debido a la concupiscencia que denota mi humanidad.
Jesucristo también recurre a las Sagradas Escrituras para triunfar en la tentación, algo que sin duda es un punto valioso para el actual combate espiritual.
Sencillamente la ignorancia de las Sagradas Escrituras se asemeja a la ignorancia de un hombre que vive en este mundo sin saber cuáles son sus derechos y obligaciones. Puesto que, debido a esta ignorancia cualquier persona podría violar sus derechos sin que ésta tenga opción a saberlo siquiera.  

A pesar de no terminar de comprender el alcance de maldad que el demonio como ente puede llegar a tener, me es necesario comprender a las Sagradas Escrituras como un arma necesaria. Arma que sin duda los santos utilizaron diariamente para triunfar ante las acechanzas del tentador.
Las Sagradas Escrituras como inspiración verdaderamente divina, escrita por hombres de Dios que tuvieron la Gracia de ser elegidos para tomar parte de este Plan salvífico del Altísimo.

Las Sagradas Escrituras ante la sociedad actual

Por otro lado ante una sociedad que vive una constante psicosis del cambio[2], es necesario entender y hacer entender que la Palabra de Dios no es mutable sino eterna. Estática pero dinámica.
Proclamar el verdadero Evangelio de Jesucristo, que demanda fortaleza intelectual y espiritual para enfrentar ya no solamente las acechanzas del enemigo, sino la palabrería de este mundo globalizado que busca siempre lo novedoso y atractivo, que llene al espíritu de sensaciones agradables y pasajeras, cegando por completo a la razón que fundamenta una fe utópica.
Puesto que, la verdadera crisis del hombre es la crisis del Evangelio.
Defender la Palabra de Dios ante el subjetivismo moral y en todo sentido, antes que atacar con la misma a los expertos del error cuyo fanatismo mundano no les permite ver la Verdad objetiva del Evangelio de Cristo.

Es necesario pues, ver a las Sagradas Escrituras no ya, como un libro antiguo que en su tiempo relata la salvación de un Pueblo y luego la del mundo entero, sino un puente para un verdadero encuentro con la Persona de Jesucristo en todo Su esplendor y Comunión de Amor, que en una visión óntica, muestra al hombre cómo ser más humano y participar de la Bondad de Dios que a fin de cuentas es  la vocación de nuestra esencia, como lo describe el santo de Hipona en sus Confesiones: “Porque nos hicisteis para Vos, y nuestro corazón está inquieto mientras no halle descanso en Vos”[3].

En definitiva, quien no hallare la Voz de Dios en las Sagradas Escrituras es debido a la bulla interior que experimenta a cada segundo.
No se trata de un constante pensar en Dios, sino de hacer de la vida cotidiana una oración a Dios. Es esto lo que nos lleva a un encuentro seguro con Él en las Sagradas Escrituras, puesto que Él no se esconde ni huye, sino que está allí esperando no de manera pasiva, a que nosotros nos acerquemos.
Después de todo El ha tomado la iniciativa en todo momento[4]para llegar a ese encuentro anhelado entre la criatura y su Creador. 

 



[1] Mateo 4, 1-11

[2] D. Luis Fernando Figari, ponencia en el I Congreso de Espiritualidad Sodálite

[3] San Agustín, Confesiones, pág. 110 Capítulo I

[4] Apocalipsis 3, 20 

1 comentario:

  1. está muy bueno ah,te faltaría hacerle más promoción ya tienes tu primer conment.

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